Más difícil todavía
Se repetían elecciones para desbloquear, para favorecer la gobernabilidad, para no depender de los partidos independentistas. El presidente en funciones también dijo que por la ... calidad del sueño de los españoles, que no podrían dormir si Unidas Podemos entraba en su Gobierno. Nunca se planteó la posibilidad de que el precio a pagar tras la victoria electoral del 28 de abril sería tener al partido de la ultraderecha como tercera fuerza en el Parlamento y condicionando la agenda y las posiciones políticas de los otros dos partidos del bloque de la derecha.
No es tiempo de buscar los factores o los culpables del peligroso ascenso de Vox a la tercera opción preferida de los votantes españoles. Es más urgente hacer las sumas posibles para formar un Ejecutivo sin que esté Vox ni los partidos que han pactado con ellos para hacerse con el poder en comunidades tan relevantes como Andalucia y Madrid. Unos partidos que han normalizado debatir sobre la ilegalización de los partidos que son mayoría social en Euskadi y Cataluña.
La mayoría en estas dos comunidades, la vasca y la catalana, sigue votando muy diferente al resto de España. La diferencia es que sus partidos han pasado de ser vistos en la última década como colaboradores de la gobernabilidad a cómplices del bloqueo. En cualquier otra democracia europea, se tendría claro que con los resultados del 10-N el único problema real que existe para los derechos y las libertades de los ciudadanos lo representa la extrema derecha. ¿Insistirá el PSOE en dejar fuera a los partidos independentistas de la construcción de un proyecto progresista?
Solo hay un camino posible sin Vox ni los otros partidos de la derecha que han radicalizado su discurso territorial para competir con el partido de la ultraderecha con el que comparten poder autonómico. Esa opción pasa por apostar y liderar esa España plurinacional que dibuja otra vez y con más fuerza el resultado electoral donde habrá más escaños soberanistas que nunca. En los últimos años se ha intentado comparar a los partidos independentistas con Vox.
Al PSOE le toca reconocer que tanto ERC como los partidos nacionalistas vascos que han ganado las elecciones en Cataluña y Euskadi tienen que ser los actores con los que participar para formar una mayoría progresista y dar una salida al conflicto territorial. Y el Partido Popular tendrá que decidir si convertirse en un partido de Estado que espera su oportunidad en la oposición para alcanzar al poder o dedicarse a competir por la extrema de derecha con Vox, alimentando a este partido y sus posiciones antidemocráticas.
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