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Más diálogo social

Editorial ·

Resulta discutible que el sindicalismo mandate de forma unilateral al Gobierno a aplicar medidas sin buscar un entendimiento previo con la patronal

EL CORREO

Jueves, 2 de mayo 2019, 00:32

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El 1 de Mayo recordó de nuevo ayer que millones de mujeres y hombres contribuyen con su trabajo a la riqueza del país, procurando el bienestar de sus familias, sin que sus derechos laborales y condiciones de vida correspondan siempre a su imprescindible aportación al progreso colectivo. La creciente segmentación de la clase obrera por los cambios tecnológicos y por la diversificación de las relaciones industriales ha generado vínculos laborales tan precarios que parecen escaparse a cualquier regulación justa. Tres días después de las elecciones generales, CC OO y UGT se movilizaron en todo el país en compañía de dirigentes de la izquierda política para mostrar su deseo de que el nuevo Gobierno encarne de manera neta ese mismo signo. Una posición inobjetable dada su coincidencia de ideas con ese lado del arco parlamentario. Lo que resulta más discutible es que el sindicalismo más comprometido históricamente con el diálogo social trate de eludir la anuencia de las organizaciones empresariales y mandaten de manera unilateral al Gobierno para que ponga en práctica medidas que no cuentan con el acuerdo de la patronal; desde el incremento del salario mínimo interprofesional o la reforma de la vigente normativa laboral hasta la subida o creación de determinados impuestos.

Los sindicatos han de preservar su autonomía respecto a partidos e instituciones y están más que legitimados para reivindicar al poder político tal o cual iniciativa legislativa o presupuestaria. Pero hay una línea crítica que no debieran traspasar: la de perseguir la complicidad con un determinado Gobierno soslayando el papel que han de desempeñar en su espacio natural, el de la negociación con la patronal y las empresas, para obtener una posición de ventaja en el cumplimiento de sus objetivos a través del Ejecutivo de turno. La imagen de unidad entre CC OO y UGT contrastó una vez más con la división en Euskadi, pese a que los problemas a los que se enfrenten los trabajadores vascos tienen muchos más puntos en común que diferencias con los que afrontan los del resto de España. La agresividad de ELA contra el Gobierno vasco y la patronal y su decidida apuesta por la huelga como herramienta básica para arrancar mejoras en las condiciones de trabajo confirman una continuidad en su línea estratégica tras el relevo en la secretaría general del sindicato mayoritario en Euskadi. Una línea cuyas divergencias con la de LAB son cada día más evidentes.

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