Los derechos no se cuestionan. Ni un paso atrás
Cada paso, cada avance que se ha producido en las últimas décadas hacia la construcción de una sociedad libre de violencia contra las mujeres, ha ... sido consecuencia de un enorme esfuerzo, trabajo y compromiso de muchas personas, movimientos sociales, feministas, instituciones… El carácter estructural de la violencia machista demanda también soluciones estructurales y transformaciones de calado que afectan a nuestra forma de organizar la sociedad, a nuestros valores y a nuestras actitudes diarias en muchos ámbitos de la vida. Transformaciones profundas que, por tanto, no se pueden producir de la noche a la mañana y que requieren de un trabajo diario, alianzas, coordinación, voluntad política y social, recursos materiales y personales y grandes dosis de sensibilización social, entre otras condiciones.
Hoy contamos con más instrumentos que ayer para hacer frente a la violencia machista. Hoy, la sociedad es más consciente que ayer del carácter social, estructural y multidimensional de esta violencia. Contamos con estadísticas y datos, con recursos y servicios para atender a las mujeres que han sido víctimas de la violencia machista; contamos con leyes, con marcos normativos y hojas de ruta internacionales que, además de reiterarnos que estamos ante un problema a nivel mundial, nos marcan el camino conjunto a seguir.
Contamos además con campañas de sensibilización y prevención, y con una respuesta social cada vez mayor… Sin duda, a pesar de que es evidente que aún nos queda camino por recorrer, hoy la sociedad es más consciente que ayer de que el problema de fondo de la violencia contra las mujeres es la desigualdad de mujeres y hombres, y que, hasta que no avancemos hacia una igualdad real, será difícil construir una sociedad libre de violencia machista.
Aunque todavía estemos muy lejos del objetivo de lograr que ninguna mujer sufra violencia por el hecho de ser mujer, hemos avanzado, pero, como ocurre con todos los avances sociales, la amenaza de los pasos atrás está ahí. Siempre está ahí. Y, sin duda, en los últimos tiempos se está haciendo cada vez más visible la batalla abierta contra el feminismo, contra la igualdad de mujeres y hombres, contra los derechos de las mujeres y otros muchos principios de las sociedades democráticas, que defiende el sector más fundamentalista de la sociedad. En este sentido, no podemos permitir que sectores retrógrados pongan en cuestión los consensos que la sociedad ha logrado durante los últimos años en torno a la violencia machista u otros pilares básicos de las sociedades democráticas. No podemos permitir que el discurso se desvirtúe de tal manera que nos empuje hacia debates ya superados que banalicen el problema, que incluso lo ridiculicen. No podemos permitir que nadie ponga en cuestión que la violencia contra las mujeres es un problema estructural, urgente, con connotaciones específicas que la hacen diferente a otros tipos de violencia, una vulneración de derechos humanos que sólo se solucionará con más igualdad.
No podemos permitirnos ni un paso atrás, porque, entre otras cosas, cada uno de los pasos que se han dado hasta el momento ha costado mucho esfuerzo. Estamos evidenciando que el machismo es mutante y va presentando múltiples caras orquestadas. Por eso es necesario estar alerta y no dejarse arrastrar en los debates hacia un terreno ya superado. Es necesario, por tanto, seguir forjando alianzas, seguir fortaleciendo las políticas de igualdad que hacen posible que la perspectiva de género esté cada vez más presente en todos los ámbitos que tienen algún impacto en las vidas de mujeres y hombres, seguir impulsando el empoderamiento de mujeres y niñas, continuar trabajando con los niños para que aprendan otros modelos de masculinidad. En definitiva, seguir fomentando la mayor implicación de la sociedad a favor de la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres, en especial la de los hombres… Por tanto, seguir trabajando por los valores igualitarios.
Esta labor viene de atrás. Este próximo año se cumplen veinticinco años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, hoja de ruta indispensable para la igualdad que apuntó hacia el empoderamiento de las mujeres como una estrategia clave del desarrollo. Un aniversario que coincide en el tiempo con un auge de las reivindicaciones feministas especialmente entre la juventud, tal, y como ha quedado patente en las movilizaciones del 8 de marzo de los dos últimos años o en las jornadas feministas celebradas en Durango este mismo mes.
No. El feminismo no es una moda pasajera, tiene más de tres siglos de historia. Existe una genealogía y un legado que ha llegado hasta nuestros días y es la llave que esta sociedad necesita para abrir nuevas sendas de igualdad y para cerrar la puerta a viejos tiempos a los que desde algunos sectores nos quieren empujar. Es, sin duda, una de las estrategias que permitirá dar respuestas adecuadas a los desafíos a los que, como sociedad, nos enfrentamos. El objetivo de la igualdad no puede ponerse en cuestión, los derechos no se cuestionan. En cuestión de derechos, ni un paso atrás.
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