Cuerpos de élite
Vaya de entrada que, para educar, no vale cualquiera. Por eso reconforta pensar que el Gobierno de estas horas haya llegado a la conclusión de ... que ser profesor, maestro o educador no es una cuestión banal. El futuro de nuestras hijas e hijos depende de ellos. Necesitan estar preparados. Muy bien preparados. Se exige gente con voluntad y vocación. Auténticos profesionales de las aulas del siglo XXI que formen cuerpos de élite destinados a acudir todos los días a las trincheras para formar a las mujeres y hombres del futuro.
Loable es la iniciativa, aunque se echa de menos a la tribu. Ya se sabe, por aquello de que para educar a un niño hace falta la tribu entera y no sólo una parte de la misma. ¿Dónde se encuentran los agentes sociales? ¿Y los medios de comunicación? ¿Y las grandes empresas de entretenimiento? ¿Y los fabricantes de juegos? ¿Y los hacedores de música? ¿Dónde queda en todo esto la familia que indefectiblemente ha de estar implicada en la educación de todos sus vástagos? No es suficiente trabajar en exclusiva con los que han de acudir al frente todos los días, sino también con todos los integrantes del contexto que acoge al hecho educativo. Participar en la acción educativa no es un derecho, es una obligación derivada de la responsabilidad que toda sociedad tiene para sus generaciones más jóvenes. Y asumir esa obligación implica, al mismo tiempo, satisfacer de forma plena el derecho a la educación, a la vez que permite tomar conciencia de que, de verdad, todos somos sujetos y no meros objetos sociales. De sentido común, ¿verdad?
Por cierto, el país que habitamos no es Finlandia. No vayamos a equivocarnos.
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