BEARTMEDIA/ ONG ZAPOREAK

Zaporeak

A menudo, por lo que sea, uno se viene un poco abajo. Motivos nunca suelen faltar. De hecho, en según qué momentos, los motivos abundan. ... Como ahora. Hay mucha gente cansada, hay mucha gente asustada. Y a veces se oyen palabras de desánimo en personas cercanas y eso empapa. Ves miedo, ves desesperación. Y es triste, de acuerdo. Pero también, si miras, ves lo otro. Ves la lucha elemental de la vida, el esfuerzo de algunos, la buena voluntad, las ganas de ayudar. La verdad es siempre bipolar. Hay un poeta alemán, uno de los buenos, Hölderlin, que escribió: «Allí donde crece el peligro, crece también lo que nos salva». Lo he citado muchas veces, pero esta vez lo hago especialmente por la gente de Zaporeak. Yo me quito el sombrero ante esta gente. A mí me emocionan. Supongo que ya los conoces porque, si no es así, deberías. El viernes organizaron una recogida de alimentos (habrá más, creo) para los refugiados del campo de Moria. Y fue un éxito. Y más que un éxito, una alegría. En estos tiempos en los que parece que todo se va a la mierda, es cuando más visibles y valiosos resultan estos gestos, estas acciones de solidaridad básica. ¿Estamos cansados? Puede que lo estemos. ¿Estamos asustados, estamos deprimidos, estamos locos? Puede que estemos todo eso y más. Pero a la vez estamos vivos y amanece. Y esta gente de Zaporeak, que al principio eran cuatro y el de la furgoneta, han montado una buena. A mí me han emocionado, repito. Y les doy las gracias. Si como especie hemos llegado hasta aquí, no es solo porque el miedo nos haya hecho precavidos y cautelosos. Es también porque en la naturaleza humana persiste un impulso de cooperación y ayuda sin el que no somos nada.

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