Últimamente, cada vez más a menudo, me pregunto si estamos evolucionando bien. Porque sospecho que no. Claro que también me pregunto si podríamos haber evolucionado ... de otra manera. Y también, después de una breve reflexión, acabo sospechando que no. Así que ya me estoy liando yo solo, una vez más, me temo, por el bien de la comunidad.
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Porque, si estamos evolucionando de una única manera en que podríamos hacerlo, entonces pues eso. Apaga y vámonos. Pero, si no, o sea, si otro mundo mejor fuera posible, como se decía cuando aún se escribían utopías, pues entonces ya no necesitaríamos hacernos todos tan fascistas y tan tristes como nos estamos haciendo. Porque el fascismo avanza en todo el mundo sin parar.
¿Qué es el fascismo? La tristeza, el miedo, el odio, la sumisión, el crimen, eso es el fascismo. El fascismo está avanzando en Europa y en todo el mundo con variadas máscaras, yo aviso. Y ahora pregunto: ¿Es remediable? Porque si no lo es, pues nada. Hala. Hasta luego. Pero, si lo fuera, habría que pensar algo ya. Yo se lo digo, más que todo, a los listos. Si lo fuera, habría que hacer algo ya.
Cada vez que escribo otra columna sobre el avance del fascismo, que puede que lo haga a menudo, es porque nuevas cifras ponen en evidencia su crecimiento aterrador. Desde hace años, por desgracia. Lo que supone ya una tendencia. O, a lo mejor, una super tendencia. Es decir, a lo peor. Lo digo también para que, por si acaso, te lo mires tú mismo. Porque esto lo pillas sin darte cuenta. Es como un virus. Un día te encuentras a un amigo de toda la vida y de pronto ves que se ha puesto a hablar como Espinosa de los Monteros. Son cosas de la edad, supongo. Después de los sesenta empiezas a ver a tu alrededor derivas y derrotas. O antes. A uno, se le va la olla para un lado y, al otro, para el otro. Y cada vez más lejos todos. Más distantes. Nadie entiende nada.
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No, lo que decía del fascismo es que da miedo. Solo eso. Ese es mi mensaje de hoy: que el fascismo da miedo. Que es, de hecho, el miedo mismo. El miedo en sí, por decirlo así. Porque avanza. Lo ves en las nuevas series distópicas de Netflix o de la plataforma que sea: todas imaginan similares tipos de sociedades fascistas militarizadas en un futuro inmediato. Como si no pudieran imaginar otra cosa, no sé si me explico. Como si ya, la otra cosa, no nos la creyéramos. Que podríamos aún tener suerte. Como si ya no nos creyéramos que aún podríamos tener suerte, no sé si me explico. Y este fuera un punto crucial de nuestra evolución: el momento en que nos damos cuenta de que no hay solución (disculpen la rima insidiosa).
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