Nicho de mercado

El comercio virtual asume la estupidez al hacer negocio con lo más insospechado

Los autónomos tenemos la costumbre de curiosear e interesarnos en los sorprendentes caminos que el no asalariado busca para asegurarse las habichuelas. Las redes sociales ... han dado paso a un mercado que nace en lo virtual y acaba en lo inaudito. Una puede montarse un bar de lucecitas sin impuestos, sin chulo ni compañeros sin salir de su habitación, anunciar productos sin un departamento de marketing o poner a la abuela hecha un cuadro para vender la imagen 'friki' de una anciana en aparente rebeldía ante la vejez.

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Hace tiempo, cuando quería dedicarme únicamente a escribir, traté de buscar algún nicho de mercado en el que estuviera mantenida, en un cubículo asegurado y durante el tiempo suficiente como para crear un novelón. Lo único que se adaptaba a mis necesidades después de que las porterías desaparecieran era ingresar en la cárcel tras cometer algún leve y desesperado delito. La condena me aseguraba estar mantenida, dentista incluido, y algún curso de carpintería, además de publicidad para cuando mi novela, que escribiría en una celda, viera la luz. Eran tiempos de profesiones y oficios sólidos y, aunque manchar mi currículum me importaba un bledo, la aventura no era aconsejable; mis hijos podían repudiar a su madre.

Han pasado muchos años. He conseguido que mis hijos me respeten y publicar algunas novelas, pero aún así el otro día una noticia me revolucionó. Stephanie Matto, una conocida 'influencer' de origen checo, con muchos seguidores en Instagram, un canal en YouTube y su propia página web en la que comparte contenidos para adultos -es decir, un eufemismo para certificar que lo enseña todo-, empezó a vender sus flatulencias; o sea, sus pedos. Esta chica de 31 años asegura haber ganado más de 40.000 dólares en una semana con el negocio de marras y en una entrevista en 'The New York Post' manifestó lo siguiente. «Pensé que los pedos eran un gran nicho de mercado, pero también algo divertido, peculiar y diferente». Al parecer, los seguidores de la joven le habían pedido con anterioridad poder compras sus sujetadores, sus bragas y hasta el agua de su bañera, así que ni corta ni perezosa, y ante un mercado potencial enorme, se dispuso a desayunar garbanzos, huevos duros, batidos de proteínas y yogures, y luego esperó la digestión para envasar sus pedos en frascos de vidrio que vende por 992 dólares. Esto es lo que hay…

En cuanto a los compradores del producto, que puede pedirse personalizado, no tengo palabras. Karl Marx decía que el capitalismo lo asumía todo. La cita hay que adaptarla y decir que el mercado virtual lo que asume es la estupidez.

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