Volví a ver 'La conversación', que dirigió Francis Ford Coppola en 1974. El tema de fondo es un dilema moral. Gene Hackman es un puritano ... y un peculiar detective privado que se dedica al espionaje, a las escuchas por encargo con los más sofisticados aparatos de audio. Entrega a los clientes las cintas y se desentiende de la utilización que se haga de las mismas y de las consecuencias que acarrean a terceros. Supo que en el pasado una de las escuchas causó el asesinato de una familia por venganza del crimen organizado, pero el fisgón Hackman, el mejor de su oficio, adoptó la táctica del avestruz. Ahora, descubre que algo similar va a repetirse, su conciencia despierta y se involucra para tratar de evitarlo.
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Pensé en la parte de culpa que puede recaer en quien desempeña un oficio, en principio inocente, cuando la utilización que se hace del mismo conlleva efectos atroces a terceras personas cuyo problema no tiene nada que ver con ese oficio, pero forma parte del engranaje que posibilita esas consecuencias graves. Cómo se sentirá, por ejemplo, el cerrajero que abre la puerta del piso de los que van a ser desahuciados para que entre la policía. Probablemente se escude en que su oficio se limita a abrir puertas por encargo, cualquier puerta. O los policías que desalojan a la familia desahuciada, que cumplen las órdenes del juzgado. La obediencia debida ha servido para acallar conciencias y eludir responsabilidades. El operario de una cadena de montaje de una fábrica de armas. Con mayor responsabilidad, el gerente de esa empresa que vende las amas a un país que las usa contra la población civil de otro. O el maquinista de tren que llevaba judíos a Auschwitz, o el soldado que formaba parte de un pelotón de fusilamiento. Aunque en este último caso, la desobediencia le habría costado su propia ejecución.
Todos tenemos en mayor o menor medida una parte de la culpa; de la culpa con mayúscula. Casi nadie se salva. Más allá de los oficios, en el lado oscuro, cuando contratas los servicios de una prostituta fomentas el proxenetismo; el consumo de cocaína alimenta la mafia del narcotráfico. Pero también comprando ropa de fabricación muy barata posibilitas que se mantenga un mercado laboral de esclavos, aunque quizá no puedes permitirte comprar ropa más cara. Y así, tantos eslabones de tantas cadenas entrecruzadas. Como suele decirse, si no eres parte de la solución eres parte del problema. Es muy difícil la inocencia completa, pero en muchos casos se puede elegir el grado de culpa y evitar la cooperación directa con la infamia. A Cristo no lo crucificaron entre todos.
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