Bienvenido, Mr. Puente
La milagrosa transformación en gestor estrella del ministro que llevó a Renfe al paroxismo
Ha sido el acontecimiento de la semana: la milagrosa transformación de Óscar Puente en una persona normal. El contraste entre el que era y el ... que compareció en la entrevista de Alsina ha hecho que algunos se deshagan en elogios un tanto desmedidos. Del quitanieves, del dóberman o del tuitero solitario, Óscar Puente ha pasado a gestor estrella, a estadista, al gran pacificador, al ángel de la dana valenciana. No es que uno sea insensible a esa metamorfosis. Uno se congratula de ella, pero la conclusión que extrae de ese radical giro en la opinión pública es lo poco que en realidad pedimos a los políticos y lo fáciles que somos de contentar. A la tan traída y llevada fachosfera, a la que le producían urticaria los modales y el discurso groseros del ministro de Transportes, la podemos ver ahora, si no derretida, por lo menos apaciguada y satisfecha por la forma cabal en la que ese mismo personaje está llevando la reconstrucción ferroviaria de las zonas inundadas. Es decir, que se trata de unos fachas un poco raros que se retractan a la primera de cambio y se conforman con dos de pipas.
Óscar Puente no está haciendo más que lo normal, lo que se espera que haga alguien a quien se le ha dado un puesto de la responsabilidad del suyo. Hace lo que no hizo antes de las riadas valencianas, cuando se olvidó del mantenimiento de los transportes públicos y creó en todo el país un colapso ferroviario. Hace lo que no hicieron en medio de esas mismas riadas ni el dúo Sánchez-Marlaska ni Teresa Ribera ni Margarita Robles. La verdad es que el cambio, la mutación, la transfiguración de ese Óscar Puente en un 'gentleman' sí tiene algo de fenómeno paranormal, de espectacular salto evolutivo. Y es que una cosa es reinventarse y otra cambiar de especie. Hay quien sostiene la tesis de que en el laboratorio de La Moncloa han fabricado un doble de él, que es al que estamos viendo estos días, mientras al auténtico lo tienen amordazado en un sótano de Ferraz tragándose las ganas de bronca. Hay también la tesis de que se está promocionando para entrar en el cásting de posibles relevos de Sánchez. En cualquier caso, bienvenido sea este arrepentimiento de quien llevó a Renfe al paroxismo.
Sí. La verdad es que en los últimos años la experiencia emblemática del español medio con nuestros ferrocarriles ha sido la de pasar horas detenido en una vía muerta de la España mesetaria esperando a Godot o al Mesías. Bienvenido, Mr. Puente, tras su reinserción o como quiera llamársele. La verdad es que al hombre solo le ha faltado salir con la llave inglesa para ajustar personalmente los raíles. Con él, a partir de ahora en los trenes van a funcionar hasta los retretes, que nunca han tenido remedio y que se hallan atascados desde el Pleistoceno.
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