Tus hijos
Los líderes saben que solo hace falta una chispa para que se desencadene lo peor
Me temo que la guerra es masculina. Puede que me equivoque, pero me temo que la guerra tiene mucho que ver con la testosterona. Puede ... que me equivoque, digo. Yo me equivoco mucho, lo siento. Me gustaría equivocarme, claro. Pero como dijo Svetlana Alexievich en el título de uno de sus primeros libros, 'La guerra no tiene rostro de mujer'. No señor. La guerra tiene rostro de jefes endiosados. De líderes engorilados por el poder excesivo. Puede que me equivoque, en cuyo caso me disculparía. Pero me temo que, como decía Chomsky en una entrevista de hará solo un par de meses, avanza el protofascismo. Por todo el mundo, quiero decir. En todas partes. También en nuestros cerebros, creo. Y esta guerra va de eso, de protofascismo. Puede que me equivoque, ya sabes: me encantaría equivocarme. Pero supongo que estamos yendo hacia alguna parte. Y creo que ese sitio hacia el que estamos yendo, más o menos inconscientemente, es horrible. Me imagino que si lo viéramos, nos daríamos la vuelta, pero bueno. Nunca nos daremos la vuelta porque apenas nos lo imaginamos. Aunque puede que me equivoque y todo sea solo una falsa alarma. En cuyo caso me disculparía. Pero qué feo se está poniendo todo, ¿no?
O sea, que salimos de una pandemia, con la carga económica y moral que eso ha supuesto y ahora el señor testosterona nos amenaza con iniciar la tercera guerra mundial si no se le permite adueñarse de Ucrania. La película, se cuente como se cuente, es masculina. Y es terrible porque ya no hay palabras. Solo gestos enfáticos. Mímica bélica, amenazas, sanciones, golpes de efecto, destrucción y sangre. Y lo que saben, creo, todos los líderes del mundo es que ahora, en este momento, solo hace falta una pequeña chispa, un pequeño error (que alguien, cualquier tonto enfadado, quiebre de pronto la ramita equivocada), para que se desencadene lo peor.
Porque da la impresión de que lo peor está ahí. Muy cerca. Esperando a ser desencadenado. Aunque puede que me equivoque. Y todo esto acabe pronto. Y vuelvan a sus casas las mujeres ucranianas a intentar recuperar lo que puedan y a recomponer los daños. Ojalá. Hay un poema de Wislawa Szymborska, titulado 'Vietnam', que te va a emocionar. Dice así: «Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé. / ¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé. / ¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé. / ¿Desde cuándo te escondes? -No sé. / ¿Por qué has mordido mi mano tendida? -No sé. / ¿Sabes que no te vamos a hacer nada malo? -No sé. / ¿A favor de quién estás? -No sé. / Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé. / ¿Existe todavía tu pueblo? -No sé. / ¿Éstos son tus hijos? -Sí».
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