

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El misterioso recelo ancestral ante lo nuevo» (la frase es de Pessoa) es universal. Y por lo tanto, tiene un sentido. El miedo tiene sentido ... evolutivo, es un mecanismo automático: está ahí. Salta solo. Nos ha acompañado desde el principio. Aunque no siempre, muchas veces nos acobarda para bien. De no haber sido por ese misterioso recelo, nos habríamos extraviado y extinguido. O sea, que un cierto miedo es bueno.
Ahora bien, ahora, precisamente, en estos últimos pocos años, el miedo es excesivo. Lo abarca todo. Nos ha empapado los huesos. Y los lóbulos cerebrales. Somos una especie aterrada. Quizá no tanto como aterrada, pero casi. Cada uno lo siente a su manera individual, claro, pero es cosa de todos. Es global. Sloterdijk viene a decir que en cada época la existencia humana está más o menos inmersa en un estado de ánimo. En ese sentido, podría decirse que ahora estamos dominados por el miedo.
En el aire que respiramos ya está el miedo, Lutxo, le digo: esa es la cuestión. Y me suelta: Pero todo tiene un límite. Y tiene razón, ojo. Hasta el miedo tiene un límite. O debería, claro. No obstante, por consiguiente, no es Trump lo que da miedo. Ni Putin. Ni el jefe chino Xi Jinping. Esa clase de personajes siempre andan por ahí. Ellos solo son el síntoma de los malos tiempos. Los que quieren manejar la nave, los egos supremos. Son eternos. Pero lo de ahora es un miedo a nosotros mismos. A la velocidad que hemos cogido. Que, de hecho, da vértigo. Porque después de Trump, vendrá otro Trump todavía más Trump, lógico. Y después de Putin, otro Putin más Putin. Etcétera, etcétera. Pero ver eso, verlo venir, verlo agigantarse, ver el sesgo que adopta: eso es lo que asusta, Lutxo, le digo: ver el sesgo totalitario que coge la Historia en la era de lo global. Y entonces, me mira, piensa un poco y me dice: Si la pregunta es ¿qué se está cociendo?, la respuesta es: el nuevo mundo. Y el nuevo mundo da miedo, ya lo decía Pessoa, creo, ¿no? Y le digo: Así es. Cada vez le doy más veces la razón, no sé cómo lo hace.
El caso es que a donde yo quería llegar es a que, en esta tesitura, como siempre, por supuesto, lo importante va a ser mantener la calma. Que rima con alma. Qué difícil es mantener la calma en determinadas circunstancias, ¿no es cierto? Que las mayorías conservadoras dejaran de flirtear con los nuevos representantes de la fiereza sería lo más prudente ahora para Europa. Los líderes de altas miras, si queda alguno, deberían empezar a apelar a la prudencia, que significa cordura, equilibrio, inteligencia, discreción, sensatez, tacto, reflexión, moderación, cuidado, justicia y todo eso.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.