El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 5 de diciembre

Halloween

La magia de los verdaderos sueños es que no se cumplan nunca, que sean irrealizables

Cuanto más esperan, más les gusta», decía Marlene Dietrich en aquella vieja película en la que hacía de cabaretera en un salón del Oeste. Eran ... otros tiempos, de acuerdo. Pero sigue siendo así. Eso de darte al instante lo que pides, que es lo que se hace ahora, la satisfacción inmediata la ley que dice 'quiero esto y lo quiero ya, pero con la mitad de burbujas y doble de corazones', esa ley tan perniciosa, todo ese mundo del dime lo que quieres, cómo lo quieres y cuándo lo quieres, todo ese universo yoísta de la estilización de los deseos blandos, al final te hace caprichosa. Y ser caprichosa o caprichoso está muy mal. Y es un error. No caigas en él o será peor para ti.

Publicidad

La magia de los verdaderos sueños es que no se cumplan nunca. Esa es la magia. Que sean irrealizables. En el fondo, lo sabemos todos. Lo que pasa es que se nos olvida. De hecho, ese es el faro que nos guía, creo yo: el del deseo nunca satisfecho. En tiempos de los griegos y los romanos se denominaba fase de trema a ese tiempo inmediatamente anterior al comienzo del espectáculo en el que la excitación de los espectadores se manifiesta con una ostensible agitación de alegría en las gradas. Naturalmente, no hay nada mejor que esa alegría de la espera, creo.

Pero hoy es la noche de Halloween, claro. Que debería de ser algo terriblemente divertido, supongo. Y que en el fondo solo es otra excusa para distraerse. Para no pensar en la verdadera oscuridad, quiero decir. El año pasado, tal día como hoy, desde la ventana, a eso de las siete, vi a dos críos de unos diez años disfrazados de zombis torturando a su madre. La pobre mujer se había puesto uno de esos gorros de brujita graciosa, pero su cara proyectaba al universo una pregunta muy clara. Una pregunta que más o menos decía: ¿qué he hecho yo?, ¿qué es esto? Y pensé: esa sí que es una buena pregunta. No obstante, la respuesta es sencillísima, me temo. Porque tú no has hecho nada, no te culpes. Esa es la cuestión. No es lo que tú hagas. Es lo que es. Y esto es esto. Parece fácil de entender, pero también hay que esforzarse un poco.

No es que no haya que luchar por el bien. Por el bien hay que luchar siempre. El bien no es fácil. A lo que voy es a que no te tienes que culpar de tu mala suerte. Porque tu mala suerte va a estar siempre ahí y puede que sea lo mejor que tienes. En el fondo la vida es una tómbola, como decía Marisol en los viejos tiempos. Pero también es una celebración de Halloween. La vida, digo. Una tómbola y una fiesta de Halloween, las dos cosas a la vez, Lutxo, viejo amigo, le digo. Y me suelta: sobre un fondo de guerra, no lo olvides.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad