Ignacio Pérez
Opinión

Jornada de reflexión

Domingo, 28 de abril 2024, 00:01

Me siento zarandeada por la actualidad, quizás hasta mareada, precisamente cuando he alcanzado por fin ese bendito estado de estupor al que te somete el ... abuso de información. En mis buenos tiempos me aboné a una plataforma en la que por un módico precio podías leer los principales periódicos del mundo. Era como un juego, me servía para practicar idiomas, ver la diferencia con la que se trataba una noticia dependiendo del país y del Gobierno que hubiera y ratificarme en la seriedad y el peligro de algunas cabeceras. El jueves, algo noqueada, fui a mi quiosco porque a estas alturas no me fío ni del repartidor de Amazon. Allí leí lo que decía el mundo de nuestro país y de la meditación de nuestro presidente. Salvo el reino de Marruecos, todos se hacían eco del estado de crispación reinante y de la inusitada decisión de Pedro Sánchez.

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Creo que todos estamos de acuerdo en que nada bueno podía salir de la actual dinámica parlamentaria y casi habría sido preferible que llegaran a las manos antes de pasar por las alcobas. Habría sido un cara a cara inevitable por ese puñetero poder que reside en ellos, pero que somos nosotros quienes lo concedimos. Reflexionar es una de las mejores habilidades que tiene el ser humano. Despegarse de la sombra, dar un paso atrás como hacen los pintores para ajustar la perspectiva sería deseable, pero me temo que el ejercicio no alcanzará más allá de las fronteras de su territorio. Yo hace tiempo que he dimitido, pero lo cierto es que me siento como un barco a la deriva, entregada a lo que el timón de los líderes que no escuchan nuestro avergonzado silencio me depare. Y no me gusta, no me gusta nada.

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