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Un operario transporta material electoral para los próximos comicios en Cataluña en un almacén del Ayuntamiento de Barcelona. EP

El efecto mascarilla

Lunes, 8 de febrero 2021, 01:30

Parodiando a Larra, se puede decir que «la política toda es máscaras y que todo el año es carnaval», todo es engañoso. El próximo domingo ... se va a votar en Cataluña la formación de otro Parlament, del que saldrá el nuevo Gobierno de la Generalitat. En esta campaña Salvador Illa, el exministro de las mascarillas, se presenta en las calles con banderolas naranjas, no rojas; lleva el significativo color de Inés Arrimadas.

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Su propaganda gira alrededor del deseo y se le ha dado el nombre de 'efecto Illa'. Se vende su gestión en el Ministerio de Sanidad como un modelo de prudencia y firmeza. Pero no ha sido para sacar pecho precisamente. Es cierto, y es de agradecer, que no se le oiga levantar la voz y que emplee un tono dialogante y respetuoso, lo que le diferencia de casi todos sus contendientes. Ahora bien, que él diga que no se arrepiente de nada de su trabajo efectuado durante la pandemia lo descalifica de veras. Algo chirría: una cosa es la intención y otra el acierto obtenido. Tampoco es alentador que fuera nombrado candidato un día después de negar con rotundidad tal posibilidad, siguiendo el estilo Sánchez. Es obvio que su preferencia para formar Gobierno está en la falsa izquierda de ERC, y en la franquicia de Podemos; y, por supuesto, nada quiere saber de la mano tendida de Arrimadas, excepto pretender a toda costa el traspaso de los votos naranjas.

Me gustaría influir en el ánimo colectivo y que se hiciera real lo deseable para la concordia y el progreso, pero ¿hay que aceptar el engaño y los espejismos? El efecto Illa se quedará en 'efecto mascarilla' porque con la cara tapada seguiremos embozados en el dogma único.

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