Y dale con el metaverso
Los empeñados en crear realidades paralelas no tienen el éxito que auguraban
El ruido de sables en medios de comunicación ha cesado por vacaciones navideñas. Nuestros excelsos servidores políticos han tenido a bien dejar su violenta oratoria ... para comer turrón en sus casas y acometer 2023, año electoral, con renovada energía. La verdad es que resultaba un alivio que los informativos abrieran con conexiones a los pueblos donde había tocado el Gordo…
Hace unas semanas me topé con una noticia que ha pasado sin pena ni gloria. La Unión Europea organizó el pasado noviembre una fiesta destinada a promocionar una plataforma digital para que los jóvenes conocieran y se concienciaran de los proyectos de la UE respecto a la tecnología del metaverso. El público al que iba dirigida, virtual naturalmente, eran fundamentalmente jóvenes entre 18 y 35 años, asiduos a Tik Tok e Instagram y no expuestos a información institucional. Dicho en otras palabras, jóvenes de andar por casa, que pasan en canoa de la política pero que invierten horas en dichas redes sociales.
La fiesta en cuestión se desarrollaba en la realidad virtual -que me trae loca- de una isla tropical paradisiaca donde unos avatares bailaban música 'house'. Encontré entre la información un vídeo con un montaje espectacular del que debo confesar que no entendí su significado. Lo que sí comprendí fue que la Unión Europea, con el dinero de todos los contribuyentes, y en plena época de austeridad energética, se había gastado 400.000 euros en el guateque, al que acudieron 6 personas, entre las que había periodistas por los que hemos conocido el fiasco de semejante gestión.
La Unión Europea ha creado el proyecto Global Gateway para promover las tecnologías dentro y fuera de Europa. Tienen un presupuesto que mi cerebro analógico es incapaz de procesar; 300.000 millones de euros de aquí a 2027. El metaverso (mis ruegos han sido escuchados) está dando muestras de que todos esos 'iluminati' que parecen incapaces de asumir las frustraciones de la vida y crean realidades paralelas no están teniendo el éxito que auguraban. Sin embargo, los intereses dentro de las instituciones siguen gastándose nuestro dinero en sus fantasías. No parecen comprender que el roce hace el cariño, que el azar está sembrado de encuentros maravillosos capaces de diluir la soledad más pétrea, que los ciudadanos cruzamos el mundo soportando aeropuertos, estaciones de tren o carreteras para dar abrazos y no olvidar el calor del hogar en el que nos criamos, y que los besos, insisto, nunca podrán alcanzar su poder en la realidad virtual. Y sin embargo, qué poco se invierte en generar capacidades emocionales.
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