Uno de esos estudios que rápidamente alcanzan la consideración de verdad absoluta dice que en los próximos diez años prácticamente la mitad de los empleos ... existentes desaparecerán debido a la automatización y a la inteligencia artificial. Yo conocí al lechero y al sereno, y había una señora en mi barrio que habia contratado a una chica para que le leyera en las tardes de invierno. Si nos remontamos a siglos atrás, cuando apareció la energía eléctrica desaparecieron los faroleros, los deshollinadores, aguadores o las amas de cría. Ya no hay boteros, ni aquellos colchoneros que aventaban la lana. No hay almadieros, tampoco verdugos o trovadores.
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Pero no todo está dicho. Para 2025 la automatización creará 97 millones de nuevos empleos y destruirá unos 87 millones. Dicen que la estadística es una ciencia, pero el mundo empieza a tener fisuras por las que se evaporan las certezas y, desde luego, las predicciones. Acepto que tenemos que estar pendientes del 'big data' y el 'cloud computing' para poder relacionarnos con robots y algoritmos. Yo asumo desde este complejo lenguaje hasta el empeño de hacer la vida predecible, pero lo cierto es que falta mano de obra para nuestra realidad más próxima. El informe de marras advierte de que también habrá demanda de competencias blandas ('soft skills') como la creatividad y la inteligencia emocional. ¡Menos mal!
Pero yo ando con la mosca detrás de la oreja. Los adivinos no han contado con la guerra, con Putin, y con que ahora somos enemigos de Argelia. El Gobierno, tan fértil en propuestas, debería contratar una patrulla de verificadores. ¿Ustedes se creen que los despachos de los señores diputados van a estar a 19 grados? Voy a escribir a La Moncloa.
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