Balance estival

El verano, y más concretamente agosto, tiene en general ese vacío informativo tan propio de los periodos vacacionales. Con los políticos tomando el sol, las ... familias buscando el merecido ocio, solo quedaban las olas del covid, los incendios, los fichajes de futbolistas y las recetas de gazpacho para llenar los periódicos y revistas. La información nos coloca en una privilegiada primera línea de conciencia, y el deseo de levantar el pie del acelerador durante este mes de asueto ha salido rana.

Publicidad

Descansamos del 'procés', de los dimes y diretes parlamentarios, proyectos de ley, o reparto de fondos europeos para dinamizar empresas. Eso íbamos a dejarlo para septiembre como se dejan las asignaturas que no se han resuelto durante el año. Pero lo imprevisible, que casi siempre supone el grueso de la información que manejamos, estaba tuneado entre los chiringuitos y la orilla del mar. La subida de la electricidad nos amargó la ola de calor. El terremoto de Haití, donde ya no tienen lágrimas ni aviones que les rescaten de sus infinitas desgracias, llegó con el dolor furtivo de las esperadas condenas Fue rápidamente neutralizado por la reconquista de Afganistán a manos de los talibanes. España se puso manos a la obra para rescatar a los colaboradores y ser el centro de coordinación europeo. Hasta Biden ha tenido que llamar por teléfono a Sánchez para comunicarle que va a utilizar sus bases. Salen los héroes al rescate, pero de vez en cuando una tiene la sensación de que Occidente gasta más en tiritas que en sutura.

Agosto no es solo un mes de asueto. Nunca lo es. Sobre todo, cuando ya tenemos encima su último día.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad