Cada día más ajenos
Los partidos no quieren gente independiente y capaz de pensar por sí misma
Estas semanas, caminando por la pasarela que queda entre la toxicidad política y las ofertas navideñas, me preguntaba si sera posible desandar el camino minado ... de nuestra actual convivencia. Si fuera juez, no del Tribunal Constitucional sino de uno que juzgara los delitos de incapacidad y alevosía contra el ciudadano, haría una limpia que Stalin se quedaría en angelito.
Cada vez más ajenos a los ciudadanos, rizan el rizo de la discordia devolviendo a la dialéctica todo su esplendor. ¿Qué demonios se creen nuestros políticos para someternos a esta escalada de violencia verbal con su prepotencia, para hacernos rehenes de unas causas que no figuraban en sus programas electorales? Parecía muy sencillo lo de los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Montesquieu lo estableció para cortar de una vez por todas con el absolutismo, pero resulta que ya no es tan simple.
Ellos, nuestros representantes, o más bien los que eligen los partidos, todos, y algunos con más ahínco, construyen túneles que unen estos poderes para hacer de su capa un sayo. La esterilidad de quienes contemplamos desde fuera la dinámica de poder es desesperante, triste y por encima de todo decepcionante. Media población no sabe de qué hablan sus representantes, casi la otra media no entiende el farragoso y sibilino modo de retorcer las leyes, y un pequeño porcentaje milita en las filas de unos y otros acatando con lealtad, cuando no fervor guerrero.
Si uno toma distancia, más que nada para sobrevivir y mantenerse independiente, los dejamos a su merced. Si por casualidad nos ponemos el chaleco antibalas y vamos al frente, nos dan por todas partes. Los partidos no quieren gente independiente y capaz de pensar por sí misma, quieren leales militantes y si no, para tu casa. Es verdad que nos quedan las urnas. Elegir entre votar al débil, a quien todavía no ha experimentado el poder, a algún paracaidista que sin duda no alcanzará representación o al que calla y otorga esperando el fruto del enfrentamiento de los otros…
Poco me parece cuando ni siquiera han respetado la tregua que siempre ha tenido el mes de diciembre. Se van de vacaciones los señores diputados, pero ventilar el salón de sus humores es una tarea harto difícil. Yo, que durante esta época trato de no hablar de los minutos que necesitan los langostinos para cocerse ni de si por fin vendrá a cenar esa tía que siempre se enfada en Navidad, voy a tener que recurrir a todo eso, a la lotería y a pensar exclusivamente en los que vuelven por Navidad.
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