Una cierta Navidad
Furgón de cola ·
El Gobierno vasco propone relajar las restricciones para celebrar las fiestasPablo Martínez Zarracina
Martes, 1 de diciembre 2020, 00:19
Libre movilidad y reuniones de hasta diez personas en las fechas señaladas en términos de reagrupamiento familiar en torno a bandejas de langostinos. Ahora sí ... que se nos perfila la Navidad. El Gobierno vasco acude al Consejo Interterritorial de Sanidad de mañana con la mano tendida por el lado de la apertura de fronteras y el número de comensales. Gotzone Sagardui insistió ayer en que todo debe tratarse con el Gobierno y el resto de comunidades, pero cabe suponer que a esas reuniones se llega con buena parte del trabajo hecho. Y parece claro que la asimetría autonómica en lo tocante al regreso de los hijos y los nietos para la cena de Nochebuena sería ya demasiado disparate como país. Hay que recordar que en Cartagena se declararon una vez independientes, que mejor no darle a Isabel Díaz Ayuso la oportunidad de salvar a Papá Noel del gulag bolivariano y que tampoco Otegi y Rufián podrán haberle cogido tan rápido el truco a lo de garantizar la unidad de destino en lo universal del Estado progresista y plurinacional.
Si usted era uno de los ciudadanos que confiaba en pasarse estas navidades a su aire, intentando compensar la falta de familiares con la superabundancia de champán francés y marisco caro, malas noticias. Aunque cabe recordar que en términos sanitarios la recomendación sigue siendo desplazarse y reunirse solo cuando sea imprescindible. A este respecto, tampoco es fácil imaginar una familia en la que no haya alguien al que el Covid sitúe en un grupo de riesgo, ya sea por historial médico o por edad. Otra cosa es que se siga teniendo claro en qué consiste la responsabilidad individual en un país que lleva meses esperando a que salga un mandamás por la tele para saber qué puede hacerse y qué no.
¿Y las cenas de empresa? Eso debería estar prohibido por ley, igual que quemar bosques. Solo traen disgustos. El Gobierno vasco recomendará su suspensión, pero Gotzone Sagardui sorprendió ayer al prever para esos encuentros un máximo de seis comensales y los consiguientes controles de aforos. «¿Pero va a abrir la hostelería», le preguntaron. Y la consejera indicó que eso «será revisado» el día 9, atendiendo a la situación epidemiológica. O sea, que igual sí. Porque la Navidad será amor, pero también economía.
EE UU
Granja Blanca
Joe Biden se fractura un pie jugando con su perro y Donald Trump le desea una pronta recuperación. No es el traspaso de poderes, pero al menos es civilizado. Curiosamente, los perros de Biden han tenido su peso electoral. A Trump no le gustan los animales y la campaña demócrata subrayó que su candidato en cambio tenía dos perros, elevándolos a la categoría de 'Dotus', o sea, «Perros de los Estados Unidos». El mensaje era desesperado, pero claro: «Vota al menos al tipo que tiene mascotas». Pues, oye, funcionó. Y eso que las mascotas de Biden son muy normalitas. Calvin Coolidge tuvo en la Casa Blanca seis perros. Y un gato. También un burro, un ganso, un antílope, un ualabí y un hipopótamo pigmeo llamado 'Billy'. Woodrow Wilson tuvo ovejas en el jardín. Y se cuenta que John Quincy Adams tenía en un baño un cocodrilo que le regaló el marqués de Lafayette. La vieja política, en fin. A veces se la echa de menos.
PNV
Bocinazos
Machado distinguía las voces de los ecos y en Moncloa creen distinguir las señales del ruido. Zapatero usó ayer la idea: el Gobierno aislándose del ruido. ¿Y si el ruido es una señal? Un tren que toca la bocina, por ejemplo. O el PNV dejando un rato lo suyo con Bildu para embestir a Podemos y recordarles que, si se trata de hacer vicepresidente a Iglesias, su voto ya no les parece «casposo». Es como si al PNV el Gobierno de coalición, con sus líos y su dirección de Estado, ya le estuviese tocando la moral. Por las señales, lo digo. Con su estruendo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión