Carles Puigdemont. EFE

El chapoteo

Estaba brindando por Paca Aguirre, que es la criatura más valiente que me ha sido dado conocer, cuando Puigdemont confiesa que no logra convencer a Esquerra Republicana ni a la CUP para ir en una lista única del independentismo catalán. Lo único que está claro es que son diversos, a cada cual más furibundo, con vistas a las próximas elecciones europeas, que cada vez están más lejanas, aunque las seguimos llamando próximas. El expresident de la Generalitat ha propuesto ser el número dos, que dicen que es donde nace la pena, de una candidatura liderada por el republicano Oriol Junqueras, que si vuelve la cabeza atrás no sabe si quienes le siguen son independentistas también de verdad.

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Acaba de asegurar Podemos que todos los cargos públicos deben someterse a primarias, ya que está convencido de que ir con la verdad por delante es el único camino, a condición de que no conduzca al chapoteo que ahora padecemos todos, si bien en desigual medida: unos más y otros mucho más.

La buscada concordia ha dado tantas vueltas sobre su propio eje que no sabe dónde está y continuamos chapoteando, mientras Puigdemont se frota las manos para comprobar que siguen saliendo chispas. Todavía no son suficientes para el gran incendio, pero está preparado todo menos nosotros los incendiarios, que seguimos estando desprevenidos. Quizá esa situación nos guste, si no a todos, a la mayoría. Y vivimos en el imperio del número y las cifras se cuentan, pero no se pesan.

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