El buen nombre de la Universidad
El daño que han inferido los dos principales políticos de España a la institución es de esos que no se ven pero se notan, porque quedan ahí latentes como heridas que escuecen
El otro día empezó una nueva edición del programa televisivo 'Operación Triunfo' y alguien me comentó que entre los candidatos que han entrado en la ... Academia había una chica que se refirió a los estudios de Comunicación Audiovisual que había dejado colgados en Pamplona. Para ella eso no suponía ningún problema, todo lo contrario, ya que lo suyo no era estar sentada en un pupitre asistiendo a clase, sino que prefería, sin dudarlo un momento, estar donde estaba ahora. Ese grado de Comunicación Audiovisual lo impartimos también en mi facultad y esa chica podría haber sido perfectamente alumna mía. Pero el caso es que su ejemplo podría haberse repetido con cualquiera de los chicos y chicas que en número de 16.000 han optado este año a dicho programa y que se han quedado a las puertas, sin pasar el casting.
Muchos habrían preferido mil veces dejar postergado un grado universitario por lo que supone de tener que asistir a clase, coger autobuses abarrotados o tener que sacarse el carnet para pedirle después a tu aita el coche o que te compren uno de última mano para poder ir a la uni, y enfrentarte así a las asignaturas, más o menos seis por cuatrimestre, sin contar con las que luego tengas que arrastrar de cuatrimestres anteriores, así como a las manías de los profesores, que para que te toque uno majo te toca un montón que no te motiva. Sin olvidarnos de los exámenes, claro, tanto de enero como de junio, aparte de los trabajos en grupo, donde tienes que aguantar al compañero gorrón o a la compañera jeta. Por no hablar de que cuando estás en la Universidad es cuando más te apetece salir y muchas veces no puedes por todo el trabajo que se te acumula; y es entonces cuando tienes que decidir en poco tiempo si aquella chica te gusta más o aquel chico te gusta menos.
Pienso en los chicos o chicas como los que van a 'Operación Triunfo' y que se plantean la disyuntiva de ir a la aventura de un año en la televisión haciéndose famosos y luego ya se verá o seguir quemándose las cejas y el alma en la Universidad. Porque la época de la Universidad es una época de juventud y de ganas y de fuerza, pero también de zozobras y de dudas. Y eso que no se tienen todavía ni casa ni familia propias. Pero sí se necesita ayuda, impulso, ánimo, orientación y, sobre todo, buenos ejemplos a seguir. Qué les pasará por su cabeza o por el fondo de su corazón a esos chicos y chicas cuando ven que el presidente del Gobierno y el líder del principal partido de la oposición pasan por la Universidad dejando el rastro que han dejado. Uno porque le han ayudado descaradamente a sacar un curso de doctorado o máster o lo que diablos sea lo que sacó. El otro haciendo una tesis que le llevó apenas un año y publicando luego un libro, con dicha tesis más añadidos al alimón con otro autor, algo completamente inusual.
Ambos casos son feos y desagradables y han hecho mucho daño a la Universidad. Lo digo, sobre todo, pensando en el esfuerzo que hacen diariamente en ella tanto alumnos como profesores y personal de administración y servicios, para todos los cuales ir a la Universidad es una tarea muchas veces penosa, con sinsabores, con amarguras incluso, porque no salgan las cosas todo lo bien que todos quisiéramos, porque poner de acuerdo a tanta gente no resulta fácil y más tratándose de personas de diferentes edades, gustos e intereses vitales.
El daño que le han inferido los dos principales políticos de España a la Universidad es de esos que no se ven pero se notan, porque quedan ahí, latentes, como heridas que escuecen y que supuran de vez en cuando. Es que ni eligiendo aposta la forma de desprestigiar la imagen de la Universidad el daño podría haber sido mayor. Y conste que para mí hay diferencias notables entre ambos casos y que no son equiparables, por mucho que se diga. Pablo Casado era diputado autonómico cuando quiso hacer un curso de Derecho Autonómico. En cualquier circunstancia normal ese curso lo habría sacado sin ningún problema y sin ninguna ayuda extra, porque era lo que él estaba desempeñando en la práctica. Solo habría tenido que contar con profesores atentos a integrar su trabajo cotidiano con los contenidos del curso y a aprovechar su experiencia para enriquecer las clases del resto de alumnos. Y menos mal que el caso ha permitido eliminar el centro mafioso donde se coció todo.
El caso de Pedro Sánchez es más sangrante, a mi juicio, porque él ya era profesor universitario y en una tesis el responsable principal, aparte del director, es justamente el que hace la tesis, y parece mentira que haya gente universitaria que equipare una tesis con unas asignaturas de doctorado. Y ahora nos dice Sánchez que el plagio encontrado en el libro es un error de reseña. ¿De reseña? Una reseña es una crítica de un libro, no un párrafo del mismo.
En cualquier caso, esas diferencias no alteran para nada lo sustancial. Y lo sustancial es que la Universidad queda seriamente tocada en su imagen, en su fama, en su honestidad. Y queda tocada porque los que le han infringido el daño no son dos cualesquiera que pasaban por allí. Son el presidente del Gobierno del Estado y el político que aspira a sustituirle. Este ya se ha desahogado porque el fiscal del Supremo ha decidido no imputarle. Aquel sigue poniendo parches a medida que le van saliendo los plagios. Y los dos ajenos a lo principal que se dirime aquí: el buen nombre de la Universidad, que lo han dejado hecho unos zorros.
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