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Amanece que no es poco

Sábado, 25 de abril 2020, 03:27

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Aunque se queda corto. En esta especie de guerra de trincheras el paso de los días empieza a provocar incertidumbre. Da lo mismo el pico, ... la meseta o la desescalada. Todo parece una cuesta arriba constante. El magistral «sin Dios» furioso del cabo Gutiérrez, personaje insuperable donde los haya, comienza a abrirse paso. Y lo peor no es esto. Lo que abruma es que también hemos dejado de creer en el misterio. Hasta la línea de nuestras trincheras nos llegan los exabruptos de toda la oficialidad que debe conducirnos hasta la victoria. Ellos, políticos de tinte azul sobre todo, siguen igual. Otean sus ombligos. Muestran sus desavenencias y sus ambiciones como si la historia fuera una constante con un guion establecido del que conviene no saltarse ni una coma. Así infecta la pandemia en España. La derecha, a degüello, como siempre, sin mostrar la más mínima decencia. Como si su reloj no avanzara en el tiempo han desechado el consejo que toda excepcionalidad reclama: esperar. Pero no. En este país la impertinencia es una virtud. Es un «sin Dios».

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