Acoso intolerable
- EDITORIAL - ·
La izquierda abertzale debe condenar a los nostálgicos del terror que atacan sedes de partidos y el domicilio de Idoia MendiaEl correo
Jueves, 21 de mayo 2020, 00:11
Han transcurrido ocho años y medio desde que, derrotada por el Estado de Derecho, ETA anunció el abandono de las armas y dos de su ... disolución oficial. Pese a ello, grupúsculos que jalearon el tiro en la nuca para exterminar a quienes disentían de un proyecto totalitario que la banda pretendió imponer mediante la práctica sistemática del terror se resisten a renunciar a hábitos mafiosos incompatibles con una democracia y repudiados por la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Son intolerables los ataques que en los últimos días han sufrido al menos una docena de sedes del PNV, seis del PSE y una de Podemos por parte de disidentes de la izquierda abertzale. Esa repugnante campaña de acoso dio un salto cualitativo en la noche del martes con el lanzamiento de pintura y pasquines amenazantes en el portal del domicilio de la secretaria general del PSE, Idoia Mendia.
Los nostálgicos de la violencia que están detrás de estas inadmisibles acciones añoran un pasado plagado de horrores que nunca debió suceder ni puede repetirse. Una negra página de la historia de la que tendrían que avergonzarse en vez de reivindicarla con orgullo. El señalamiento y la intimidación no tienen cabida en una Euskadi que ha expresado sin ambages su repulsa al terror. En una comunidad que, liberada del yugo de la coacción y los asesinatos, se esfuerza en construir una convivencia normalizada tras décadas de barbarie a cargo de un grupo de fanáticos iluminados, empeñados en presentarse como supuestos salvadores de un pueblo vasco que solo respira en paz tras su desaparición. Los sabotajes perpetrados contra locales de partidos democráticos y la vileza de atacar la vivienda que una dirigente política comparte con su familia retratan la catadura autoritaria de sus autores: radicales partidarios del regreso a la violencia, que se solidarizan así con el preso de ETA Patxi Ruiz, quien criticó el cese de las armas y permanece en huelga de hambre en la cárcel donde cumple condena por el asesinato del concejal de UPN Tomás Caballero.
Esta amenaza contra las libertades exige una contundente y unánime repulsa. El tibio desmarque de EH Bildu, que rechaza los ataques pero se niega a utilizar el término «condena», es claramente insuficiente. La izquierda abertzale aún tiene pendiente la deuda de una inequívoca ruptura con su turbio pasado que incluya la deslegitimación ética, política y social del terrorismo. No valen las medias tintas.
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