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Keylor Navas detiene el penalti lanzado por Gekas.
Pura vida a Keylor Navas
octavos de final

Pura vida a Keylor Navas

El portero del Levante para un penalti a Gekas, protagoniza la mayor gesta de Costa Rica y castiga a la Grecia clásica del antifútbol

Ignacio Tylko

Domingo, 29 de junio 2014, 00:19

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Keylor Navas detuvo el penalti a Gekas y se condujo por primera vez en su historia a Costa Rica a los cuartos de final de un Mundial. El portero del Levante, por el que ya se pelea media Europa, fue clave en la tanda decisiva pero también salvó a los ticos en la prórroga, a la que llegaron con uno menos y abatidos por ese gol de Sokratis en las postrimerías de tiempo reglamentario.

Su método es rácano, su filosofía antigua y sus jugadores están desgastados y no brillan precisamente por su talento, pero no se les puede negar a los griegos que la cultura de la lucha, el esfuerzo y el orgullo patriótico forma parte de su ADN. Completaron una primera fase pésima pero le salvó un penalti en el descuento ante Costa de Marfil, transformado por Samaras. Y frente a la peor Costa Rica de este Mundial se merecían el castigo de la derrota, pero aprovecharon la ventaja que le concedió la clara y tonta expulsión de Duarte para empatar en el descuento y forzar la prórroga. En al tiempo extra fueron muy superiores pero les frenó Keylor Navas.

Sokratis era el héroe heleno que transformó en un velatorio provisional la fiesta desatada en Costa Rica tras el gol afortunado de Bryan Ruiz, que ni controló, ni golpeó bien en la frontal del área pero sorprendió a Karnezis, el portero del Granada que hizo la estatua como una escultura de la Grecia clásica. Ese tanto obraba el milagro de ver a Costa Rica por primera vez en cuartos, aunque no era esa selección rápida y ambiciosa de la fase de grupos. Si no es por la expulsión, tenía derrotada ya en el tiempo reglamentario una Grecia horripilante, impropia un cruce mundialista y con Karagounis como capitán, un jornalero de 37 años que se mantiene desde la Eurocopa de Portugal 2004, igual que Katsouranis.

El gran mérito de los derrotados jugadores griegos es haber firmado ese escrito, dirigido al primer ministro de su país, Antonis Samaras, mediante el que renuncian a las primas establecidas por avanzar en el Mundial a cambio de que se construya una sede para las selecciones nacionales al estilo de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Nosotros no jugamos por dinero sino por Grecia y su gente, expusieron los futbolistas, muy diferentes a cameruneses y ghaneses, que sí exigieron el cobro de los incentivos pactados y amenazaron con no jugar si no recibían el dinero.

El duelo más inesperado del Mundial volvió a dejar patente el ridículo completado por la selección española. Un encuentro tedioso y de lo más extraño, ya que enfrentó en la calurosa y húmeda Recife a dos combinados que hubieran firmado de antemano llegar hasta aquí pero que ya no podían conformarse porque el adversario no era de enjundia.

Ni en el mejor de sus sueños los desenfadados costarricenses se imaginaban superar el grupo de la muerte sin hincar la rodilla ante ninguno de los tres campeones del mundo a los que se enfrentaron. Y los griegos, que con el portugués Fernando Castro siguen el mismo ideario defensivo que impuso el alemán Otto Rehhagel y les condujo a un sonado éxito hace diez años, ya habían logrado su mejor clasificación histórica fruto a ese penalti ante los marfileños.

Unos y otros se alabaron en la víspera. Pero cuando tanto insistieron en que el rival funcionaba como un bloque sólido y anteponía el buen orden colectivo a las individualidades, ya se sospechaba que iba a ser un bodrio de partido. Los dos tuvieron un temor excesivo a desencorsetarse, a partirse y a permitir los contragolpes.

Tampoco contribuyó al espectáculo el mal estado del césped, que se levantó después de cada disputa y en el que la FIFA ya no permite entrenarse a las selecciones en la víspera de los partidos, igual que en Maracaná. Fracaso para la empresa europea que se encarga de poner a punto los campos del Mundial y que trabaja con grandes clubes como el Barça.

En todo el período inicial sólo cabe reseñar la parada enorme que Keylor Navas le hizo a Salpingidis. Fue un gran centro de Cholebas al segundo palo que remató bien el delantero del PAOK pero se encontró bajo los palos a un portero que se hizo inmenso y despejó con una pierna. Keylor, como Gabelo Conejo hace 24 años, para y da seguridad a su defensa porque busca los balones aéreos y también sale con el pie.

Nada cambiaba en un domingo tristón hasta que de repente Bryan Ruiz la dio medio picuda y dejó a todos boquiabiertos. El balón entró lentamente junto al palo. A los helenos no se le veían signos de capacidad de reacción pero les animó la expulsión que se ganó absurdamente Duarte con casi media hora por delante. Ya tenía una tarjeta y su entrada era evitable. Entraron Mitroglou y los veteranos Gekas y Katsouranis para otra misión heroica.

Héroes

Costa Rica se encerró y se encomendó a Keylor Navas, que no pudo evitar el gol de Sokratis. Si mantuvo a su selección viva hasta la prórroga al desviar un cabezazo colosal de Mitroglou, el buen delantero del Fulham al que sorprende ver como suplente en Grecia. En el tiempo extra todo estaba a favor de los europeos, pero les cuesta un mundo atacar. Navas estuvo soberbio y forzó los penaltis con una parada extraordinaria a Mitroglou en el instante final. La suerte quedaba en manos de dos porteros de la Liga. Y ganó la estrella del Levante. Pura vida para Keylor.

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