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El Tologorri lo da todo
Mi montaña favorita ·
La ruta para ascender a la imponente proa de la sierra Salvada incluye todos los atractivos de un paseo montañero¿Le gusta a usted el misterio de los hayedos brumosos? El Tologorri se lo da. ¿Le gustan a usted las vistas majestuosas y los paisajes infinitos? El Tologorri se los da. ¿Le gustan las cumbres de arrogancia desafiante? El Tologorri se la da. ¿Le gusta contemplar desde arriba, a pocos metros de distancia, el vuelo sordo de los buitres? El Tologorri también le da esto. Porque la subida al Tologorri incluye todos los atractivos esenciales de una ruta montañera en un ascenso de solo hora y media.
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Juega a su favor que este pico se encuentra situado en un extremo de la magnífica muralla rocosa que es la sierra Salvada, frontera natural entre Álava y Burgos, escalón que sube a la Meseta peninsular. Caminar por el filo, entre la virgen de Orduña y el Tologorri, ya es magnífico. Pero aún mejor es subir desde Lendoño de Arriba. Poco antes de llegar al pueblo, a la izquierda, aparece señalizado un pequeño aparcamiento y el inicio de la ruta: algo más de cuatro kilómetros de caminata para salvar un desnivel de 600 metros hasta llegar a la cima, a 1.068 metros de altitud. Se anuncia como ruta de Iturrigorri, que también se llama así. Y desde allí mismo se contempla el pico, una proa perfecta, como un diente gris.
El primer tramo, el de rampas más pronunciadas, serpentea por el hayedo de Lendoño, un paraje magnífico, mullidamente enmoquetado de hojas secas durante casi todo el año. En algunas zonas uno se hunde hasta las rodillas. Las raíces, como nervios, se aferran a la tierra. Y las copas, aún frondosas, a menudo retienen la bruma hasta media mañana para que se dibujen haces de luz cuando el sol comienza a brillar más arriba. Señales amarillas e hitos de piedra marcan el camino a seguir, sin más dificultad que elegir la maravilla donde posar la vista.
Tras un repecho rocoso, el sendero sale de la penumbra boscosa y, de manera abrupta, continua por la Senda Negra. Así se conoce a este tramo por el color de la tierra. Es para muchos el más espectacular del recorrido porque corta la ladera del monte Belarbide. A la izquierda, la pared imponente. A la derecha, el abismo, con las vistas despejadas para abarcar todo el Valle de Ayala. Hay gente que tiene vértigo aquí. Pero el paseo, sin apenas desnivel, es memorable.
Luego llega la brecha del Portillo de la Barrerilla, justo tras salvar un pequeño arroyo que cae hacia Lendoño. Por allí hay ganado que bebe en la fuente de Iturrigorri, ya a 945 metros de altitud. Es un área abierta, de roca y vegetación baja, incómoda si hay viento. En frente, el picacho del Tologorri ya está a tiro de piedra y no se pierde de vista al subir los últimos cien metros de altitud que quedan por delante.
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El buzón se clava entre rocas, y hay rendijas para sentarse un rato y contemplar el paisaje en todo ese área. A menudo pasan buitres enormes tan cerca que se escucha su vuelo sordo, ese cortar el aire cuando no sopla mucho el viento. Muchos pasan en cotas inferiores al pico, así que resulta curioso mirar hacia abajo para contemplar su planeo majestuoso. Al fondo, muy pequeño, Lendoño de Arriba, el punto de partida, al que podemos regresar por donde hemos venido.
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