La Blanca se pinta de talento
Arte callejero ·
Pintores, acróbatas, cantantes y malabaristas llenan el centro de Vitoria con espectáculos y ritmo en cada esquinaJon Casanova
Viernes, 8 de agosto 2025, 00:16
Pinceladas de ritmo, color y talento recorren las calles de Vitoria mientras la ciudad entra en fiesta. Bastan unos pocos pasos para toparse con malabaristas, ... músicos, acróbatas o pinturas que parecen sacadas de museos. La Blanca se tiñe de entusiasmo, dinamismo y risas espontáneas. Un arte que no necesariamente necesita un foco, pero que brilla con luz propia.
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Aunque 'Fusión Callejera' no forme parte de la programación de La Blanca es casi como si lo hiciera. El grupo que mezcla breakdance con acrobacias y capoeira lleva catorce años visitando la capital vasca. «La gente nos busca en Instagram y nos preguntan cuándo llegamos», cuenta Sergio Gabriel, miembro del conjunto argentovenezolano sobre la expectación que se crea a su alrededor. No miente. Cientos de personas se reúnen cada tarde frente a la Virgen Blanca en un show donde las risas y ovaciones se dan a partes iguales.
No paran y «el único día de descanso es cuando llueve». Respetan las actividades programadas y evitan actuar en ellas. «Lo más difícil de todo son las esperas», admite sobre el esfuerzo extra que implican los tiempos entre acto y acto. Sin duda, la inflación es el único obstáculo que no pueden saltar, y se hace notar. «La gente no va acorde a la inflación. Hace 10 años pagábamos la mitad para comer, para alquilar, y sin embargo a veces ganamos menos».
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A diferencia de la magnitud que forma 'Fusión Callejera', el espacio de Philip es mucho más íntimo. De origen polaco, vive en Sevilla desde hace 17 años tras enamorarse de la ciudad mientras hacía un año sabático. Lo suyo son los malabares de contacto y explica que «a la gente le parece magia porque las bolas están como levitando. Aunque lo que hago es tranquilo, sorprendentemente funciona», aclara. Se sirve de un pequeño altavoz –con música relajante– y cuatro bolas de cristal para crear «un espacio un poco surrealista donde la gente pueda estar el tiempo que sea –30 segundos, un minuto o cinco– e irse pero que se queden con esa sensación irreal». Esta compleja actividad precisa de gran concentración por lo que no suele estar más de dos horas a la mañana y otras dos a la tarde. «Física y psíquicamente es demasiado, requiere mucho esfuerzo, te quemas», sentencia. Visita La Blanca desde hace cinco años y se siente «muy cómodo aquí». Sobre todo, por la cultura. «Se nota que hay cultura de calle y se sabe apreciar el arte callejero».
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Vidal Flores viaja de fiesta en fiesta junto a su marioneta. «Ves algo que te gusta y lo haces», comenta sobre la razón por la que creó su títere. «Estuve tres meses haciéndola poco a poco», manifiesta sobre la figura de un señor que simula tocar un delicado violín. Su verano es movido, se traslada en autobús y «pronto iré a San Sebastián y Bilbao». «La ilusión de los niños te motiva a seguir porque hay días de poco descanso. Puedo llegar a estar siete horas diarias de pie y cansa muchísimo». Comparado a otras, La Blanca «funciona bien, aunque en general siempre empiezan bien y van bajando. Antes iban a tope del primer día al último», lamenta.
«Hace 10 años pagábamos la mitad para comer, y sin embargo a veces ganamos menos»
Pablo Pérez es otro de los muchos artistas callejeros que viaja en su caravana para ganarse la vida. ¿Cómo? 'Estropeando' cuadros. «Lo que hago es ir manchando y mostrarle a los niños que con esa mancha, que parece un error, pueden construir un paisaje». Por si fuera poco, no usa pinceles, no los necesita. «Con pelotas de trapo, con papeles, con los dedos, con un cucharón de cocina, de madera, podemos construir mil cosas». Agrupa a decenas de asistentes y les hace un tutorial «para que luego se animen a hacerlo en casa» explica.
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¿Quién no ha pensado nunca en hacerse un tatuaje? Agustín Batista, 'Tatuatexelmundo' en redes, recorre el mundo desde Argentina con la misión de cumplir con ese deseo. Eso sí, para evitar arrepentimientos, los suyos son temporales. «Los hago con tinta y duran 5-6 días. Se quitan con alcohol, muy fácil». Está pensado para los más pequeños, y aunque al principio cueste, en cuanto cae uno, caen todos. Pasa el verano en furgoneta viajando por Europa, pero Vitoria es uno de los mejores sitios para Agustín.
«La indumentaria de los vitorianos es lo mejor que he visto en todo lo que llevo haciendo fiestas»
«La indumentaria de los vitorianos para mí es la mejor que he visto a lo largo de estos 10 años de andar en la calle y haciendo fiestas», sentencia. Alucina con los blusas y las neskas y le parecen «un viaje al pasado. Es muy loco porque para nosotros en Argentina eso no existe» afirma con admiración. «Trabajo todo el día, para eso vengo». Por la mañana lo hace en la calle Dato y a las tardes se desplaza hasta las barracas. Este sacrificio no le supone un gran esfuerzo ya que «la experiencia es hermosa, la fiesta es 'relinda' y la pasamos muy bien cada vez que venimos». Para él, La Blanca ya es un tatuaje que nunca podrá borrar de su libro de viajes.
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