Sopas Bantu, de Vitoria al mundo
Historias de tripasais ·
La marca alavesa de pastas para sopas, féculas y otros preparados alimenticios fue muy popular en la España de los años 50Ana Vega Pérez de Arlucea
Jueves, 7 de noviembre 2019, 01:11
A finales de los años 40 y a lo largo de toda la década de los 50 la tapioca hizo furor en España, igual que la harina lacteada, las pastas para sopa y básicamente todo aquel producto alimenticio hecho a base de almidón. Después de la dura posguerra, el país se iba recuperando poco a poco económicamente y triunfaban los productos nutritivos, baratos y de sencilla elaboración que además pregonaban diversas bondades como «hipervitaminado», «para régimen» o «especial para enfermos y convalecientes». Aquellos reclamos publicitarios que prometían niños regordetes y alegres fueron la estrategia promocional de diversas marcas especializadas en la fabricación de productos a base de féculas como la famosa tapioca, que no es otra cosa que el almidón extraído de las raíces de la mandioca o yuca.
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Les puede parece a ustedes un alimento exótico, pero ahí donde la ven la tapioca fue la clave del éxito de una empresa alavesa muy famosa en su momento y que fue conocida como Bantu. Creada en 1943 como sociedad limitada y domiciliada en Vitoria, Bantu fue creada entre otros por Luis Alfaro Fournier, empresario directamente emparentado con los dueños de la famosa fábrica de naipes Heraclio Fournier. Por entonces las fábricas de pastas para sopa estaban al alza y en Álava existían otras marcas como El Pilar o El Pelícano Rojo, pero Bantu supo posicionarse rápidamente en el mercado y en pocos años ya vendía en casi todas las provincias españolas.
Para conseguirlo promocionó la mayoría de sus productos como «vitaminosos» y «aptos para niños y enfermos», ampliando su catálogo para incluir perlas o crema de tapioca, pepitas y fideos para sopa, Vitapiocal con vitaminas B y C («poderoso y enérgico fortificante»), fécula de sagú, pasta vitaminada de maíz y de arroz, almidón Crim Puding para flanes, natillas o repostería, sopas preparadas de diversos sabores (gallina, champiñón, tomate, espárrago…) y copos de avena. Elaboraban incluso un cacao instantáneo llamado Caofoscal D2, que tal y como rezaba su publicidad eran en teoría «vitaminizado, antirraquítico, reconstituyente, recalcificante y fosfatado». ¿Alguien da más?
Todo esto presidido por su logotipo, un simpático tapir narigudo que imagino estaba relacionado con el país de donde Bantu traía su materia prima: Brasil. De allí importaba directamente la yuca con la que después se fabricaban las perlitas de tapioca, producto estrella de esta empresa vitoriana gracias a su sencillez de preparación. Tal y como explicaba el paquete, tan sólo había que echar una cucharadita de producto en un cuerto de litro de caldo o leche, hervirlo de 5 a 10 minutos removiendo bien y sazonarlo al final.
Receta de la crema
Bantu llegó a contar con casi 100 trabajadores para los que se construyeron varios bloques de viviendas en el barrio de Adurza, pero lamentablemente la llegada de multinacionales competidoras acabó con su fulgurante trayectoria. Cerró en 1962 no sin antes habernos dejado recetas como la Crema Bantu, que apareció en un folleto promocional de 1945: «Hágase un caldo de verduras, adicionado de un poquito de sal, un alón o huesos de gallina un poco machacados. Cuézase en este caldo una cucharada de tapioca hasta que esté muy espesa y gelatinosa; pásese por tamiz; agréguesele una yema y una cucharada de nata; bátase mucho y sírvase en seguida. Puede sustituirse la nata por un trozo de mantequilla muy batida a la que se incorpora la yema, y luego, poco a poco, el caldo».
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