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Vendedora de aves en Santo Tomás 1911, plaza de la Ribera (Bilbao). Revista Novedades

Santo Tomás en guerra

Historias de tripasais ·

La Guerra Civil no suspendió el mercado, pero hubo quejas por el brutal encarecimiento de los precios

Ana Vega Pérez de Arlucea

Viernes, 20 de diciembre 2019

Muchos de ustedes acudirán este sábado a la Plaza Nueva de Bilbao a comprar, a curiosear, a tomar unas sidras y seguramente también un talo con chorizo a precio de oro. Los lectores alaveses estarán sin embargo de resaca, habiendo visitado en Vitoria (como cada jueves previo a la Nochebuena) el mercado agrícola de Navidad. Algunos habrán picado con un queso, unos hermosos embutidos o variadas dulcerías, productos artesanos con label de dedicación y cariño que llevan alegrándonos las fiestas navideñas desde hace al menos 200 años. Y sin interrupción, que yo sepa.

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Precisamente hace poco me preguntaron si estos tradicionales mercados también se celebraron durante la Guerra Civil. Quien me presentó la duda daba por hecho que en medio de una contienda tan cruenta no habría muchas ganas (ni posibilidades) de organizar algo así, pero se equivocaba. Revisando la hemeroteca queda claro que hubo Santo Tomases y mercados agrícolas vitorianos en el año 1936, 1937 y 1938, claro que algunos más lucidos que otros. Especialmente problemáticos fueron los de la Navidad del 36, con Vitoria y San Sebastián ya en poder de los nacionales mientras que al otro lado del frente Bilbao seguía fiel a la república y siendo sede del Gobierno Vasco.

Les animo a que revisen los periódicos de esa época hasta la caída de la capital vizcaína en junio del 37: verán cómo cómo se describían en uno y otro bando y en versiones irreconciliables los mismos hechos. Por ejemplo el bilbaíno mercado de Santo Tomás de 1936, muy poco animado ese año debido a las circunstancias bélicas, fue descrito por unos como «frugal», «esperanzador» o «solidario con el espíritu de los gudaris» a la vez que a menos de 100 kilómetros se calificaba de despilfarradores y poco menos que de traidores a quienes tiraban de billetera para adquirir un capón en la plaza.

Racionamiento y carestía

Lo cierto es que hubo pocos compradores aquel día. No estaba el horno para bollos ni el cuerpo para fiestas: llevaban cinco meses en guerra y ya había racionamiento de casi todos los productos básicos. 'El Liberal de Bilbao' anunciaba la indudable y próxima —ay— victoria de las fuerzas republicanas en la misma página donde informaba sobre el reparto de un cuarto de litro de aceite a todos los que tuvieran cartilla. La semana anterior se había comunicado que bacalao, patatas, azúcar, garbanzos, arroz y quizás incluso un poco de mazapán se racionarían también el día 21, para animar un poco el espíritu y servir de aguinaldo en tiempos bélicos.

En la Plaza Nueva se contaron con los dedos de la mano los compradores dispuestos a pagar los altísimos precios que las baserritarras pedían por artículos de lujo (es decir, no racionados ni de consumo básico) como fruta o animales de corral. Las peras se pusieron al precio de 25 a 50 pesetas la docena, las manzanas entre 2,5 y 8 pesetas el kilo, conejos a 40 pesetas el par y los capones desde 80 a 150 pesetas. Sabiendo que el aceite racionado se pagó en esa misma fecha a 2,20 el litro podemos hacernos una idea de los altísimos precios que se pedían en la plaza. Tal fue el abuso que tal y como informaba 'El Noticiero Bilbaíno' tuvieron que intervenir las autoridades para requisar capones y otros artículos. «Por lo visto los vendedores imaginan que las tasas deben existir solamente para lo que ellos necesitan comprar y no para lo que quieren vender», decía el diario.

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'Euzkadi' por su parte contó a sus lectores que el mercado estuvo «desprovisto de aquellos hermosos chorizos y magníficos jamones que adornaban antes los arcos de la Plaza Nueva; sin cecina, sin quesos y a falta de tantas otras cosas no revistió su anterior característica brillantez, orgullo de nuestro pueblo. Es la guerra, cuya imagen desagradable y espantosa se nos presenta hoy en todas partes».

Celebremos que este año tendremos nosotros casi de todo. Zorionak.

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