Salir a comer un verano de pandemia

Nos espera un largo verano con mascarillas y sin fiestas, pero ni lo uno ni la otro debería impedirnos disfrutar de una de las cosas que más nos gusta hacer en esta época del año: comer fuera de casa. La vida es para vivirla. No podemos permitir que un miserable coronavirus, por virulento que sea, nos arruine la existencia. Lo que tenemos que hacer es protegernos contra la enfermedad, que es bien fácil. A estas alturas de la película, ya lo sabe, máscara facial, que cubra bien la nariz y la boca; distancia de seguridad de mínimo un metro y medio; y lavado de manos, frecuente. A partir de ahí, la mesa nos aguarda. Tenemos dos opciones. O bien menú campestre o sentarnos en un restaurante. Elija la que más le guste, pero tenga en cuenta que una y otra alternativa tienen sus ventajas e inconvenientes. Pero las dos, mucho que disfrutar.

La idea más sensata, desde el punto de vista de la seguridad es pasar un día de campo –que con las restricciones impuestas en la playa será más difícil– con la tartera preparada en casa. Así lo cree el presidente del comité científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, el médico nutricionista, Javier Aranceta. «Mientras no se disponga de una vacuna o una terapia de anticuerpos contra el Covid-19, ante la posibilidad de contagio, lo mejor parece ser tirar de fiambrera», explica el especialista.

Lo más socorrido, y lo que más se agradece es la tortilla de patatas, con el huevo bien cuajado y debidamente conservada en frío: junto con la carne, de vacuno, cerdo o ave, también bien hecha. Apueste por encima de todo, por platos frugales, fácilmente comestibles, como el embutido, y que no incluyan salsas, que se deterioran y pueden favorecer una intoxicación alimentaria. La más peligrosa es la mayonesa, pero no la única. Evítelas todas y se ahorrará un posible disgusto.

Deje también para mejor ocasión el bonito y el atún. Si pierde la cadena de frío, y el pescado fresco debe mantenerse a una temperatura próxima a los cero grados, se favorece la producción de una sustancia que se llama histamina, que provoca una intoxicación alimentaria muy desagradable. Dolor de cabeza, enrojecimiento facial, urticaria, edemas en los párpados, vómitos, diarrea, un horror.

Lo mejor que puede llevarse a una comida campestre es fruta y zumos, preferiblemente naturales y preparados en casa. «No son tan buenos como recién exprimidos, pero te evitas un consumo innecesario de azúcar», explica el experto. También la ensalada puede resultar ideal, pero las verduras hay que llevarlas bien limpias y secas de casa;y el plato ha de aliñarse justo antes de comerlo. No utilice botellitas empezadas, que pueden complicarle el día, mejor sobrecitos unidosis, que le permitirán preparar una ensalada más fresca y con todas sus ventajas nutricionales.

La otra salida consiste en irse a comer a un restaurante y dejarse de preparamientos y bolsas de comida. «Primera recomendación; reserve mesa». El aforo es limitado y este verano, más que nunca, estamos todos deseando salir. Cuando la consiga, si va a sentarse con personas que no conviven con usted, siéntese en diagonal, dejando una silla libre para evitar posibles contagios. Exija, por esta misma razón, que las mesas del comedor estén lo suficientemente separadas.

Este año, más que nunca, elija comer al aire libre, en una terraza. La opción cervecera puede resultar fantástica, al aire libre, que le dé el sol, y con mayor seguridad. Tiene un problema: los fumadores. «Es muy recomendable que se impida fumar en las terrazas», recuerda Aranceta, porque el coronavirus puede viajar en el humo de los fumadores con el resto de sustancias tóxicas. Elija un local de confianza y, sobre todo, disfrute del verano. El de este año también va a ser único.