Mojojones, txipis, callos y... mamarritos en Getxo

Irene Salinas y Raquel Recio, dos mujeres emprendedoras, luchadoras, se conocen desde hace un cuarto de siglo, cuando coincidieron trabajando en el Golden Barrel del Puerto Deportivo de Getxo, otrora una zona floreciente para la hostelería. En 2012, tras un tiempo en los que ambas se buscaron la vida por diferentes caminos volvieron a encontrase y se asociaron para hacerse cargo del Mamarro en Algorta, cerrado hace varios años. Continuaron con su sociedad con la gestión, desde 2019, del Jolas Aurre, ubicado en la Plaza de San Nicolás, una de las zonas de más ambiente de Algorta. El pasado 8 de mayo, tras unas semanas de reforma, abrieron las puertas del Saniko Berri, frente a la puerta principal de la Parroquia de San Nicolas de Bari y a unos pasos de Muxikebarri.

En el Saniko Berri se puede disfrutar de una barra con ricos pintxos. Aunque en el concurrido Jolas Aurre disponen solo de cuatro mesas junto a la barra, aquí el comedor acoge a 34 comensales. Al frente de las sala se encuentra Miquel Andreu. La oferta gastronómica por el momento –a partir del mes de septiembre tienen pensado ofrecer un menú diario–, se limita a jueves, viernes y sábado por la noche y sábado y domingo al mediodía. La carta de picoteo es la misma que ofrecen en el Jolas, platos sencillos y bien cocinados por Esther Recio y a un precio muy asequible. En un futuro cercano introducirán en ella platos elaborados con carnes y pescados.

Merece la pena acudir a este local para degustar, por ejemplo, la ensalada de pulpo o la de grandes rodajas de sabrosos tomates aliñados con un aceite con un toque de ajo. También tiene mojojones picantes y la creación de Esther que ha logrado un gran éxito entre la concurrencia del local: los mamarritos. Basados en el flamenquín andaluz y con un gran contraste de sabores y texturas, son langostinos envueltos en queso suave y bacón, rebozados y fritos. Para continuar, ofrecen los txipis encebollados, similares a los pelayos. Los hacen a la plancha, así los tentáculos quedan ligeramente crujientes, y se acompañan con cebolla caramelizada.

Cuentan con una tierna y jugosa costilla cocinada a baja temperatura durante veinticuatro horas, que lleva como guarnición patatas fritas y salsa teriyaki casera. Además de albóndigas con su salsa clásica, callos –uno de los platos más demandados– y cachopo para compartir dos o tres personas. Dejen un hueco para el postre y prueben su cremosa tarta de queso con una base de chocolate blanco y cubierta por una capa de mermelada de frutos rojos del bosque o de frambuesa. Todo ello regado con un buen vino. Mención especial requiere Lágrimas de María, algunas de cuyas uvas son de los viñedos de la familia de Irene.

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