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Mireya López/G. Elejabeitia

Un festín inesperado en Arangoiti

Cocina tradicional ·

Guisos con historia, raciones de campeonato y una pareja de hosteleros con más galones que algunos chefs con estrella brillan en este batzoki de barrio

Lunes, 28 de julio 2025, 19:46

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Bendita casualidad. Buscábamos un bar para reponer fuerzas después de una caminata por Artxanda y, casi por azar, dimos con nuestros huesos en el batzoki de Arangoiti. Las casas del partido solían tener fama de dar razonablemente bien de comer y eso nos inpiró cierta confianza, pero no esperábamos semejante festín. Guisos afinados con mano maestra, raciones abundantes y precios muy ajustados en un comedor rústico de ambiente masculino y recio. Casi parecía que habíamos abierto una puerta a aquella hostelería común en los 70 y 80, que en el centro de Bilbao ya es cosa del recuerdo.

Nos acomodamos en una mesa vestida con mantel de papel -del bueno, ojo- y echamos un vistazo rápido a la carta, hasta que se acerca Monike y nos damos cuenta de que lo mejor es dejarse hacer. Empieza la función con una ración de oreja albardada -también la hacen a la gallega- , aperitivo hipercalórico que resulta sorprendentemente liviano. Será la buena fritura. Después una ensalada de ventresca con anchoas: si esta es la ración pequeña -10 euritos-, ¿cómo será la grande?

Probamos también una morcilla impresionante, pero nos quedamos con las ganas de saber como se llama el traficante que se la trae de Burgos. Los chipirones en su tinta tienen nivelazo; alguien en la mesa menciona los del viejo Rotterdam, que ya no volveremos a probar, ¡ay! Rematamos la faena con una chuleta que cumple su función y nos damos de tortas por unas patatas fritas de verdad mientras pedimos la segunda -¿o la tercera?- botella de vino.

Mireya López/G. Elejabeitia

El oficio en las venas

Resulta que el de Arangoiti hace justicia a aquella buena prensa de los batzokis, pero tiene que haber algo más que explique esta exhibición. Cuando se les tira de la lengua, Monike Claramonte y Gorka Urrutia lucen galones. A él el oficio le viene de familia, nieto por ambas partes de hosteleros: sus abuelos paternos en el bar de la antigua estación de Derio y los maternos en el Mendipe de Mungia. Sus padres montaron en el 86 el Urruti en Uribarri, territorio de cazuelas de bacalao, chipis, caracoles o callos.

Mireya López/G. Elejabeitia

Monike no le va a la zaga. Empezó en el Viandar de Sota de la mano de Mikel Zeberio -«mi mentor»-, que despertó en ella la curiosidad por los vinos y el servicio. Después hizo un máster en protocolo -utilísimo en un bar de barrio, no es ironía- y fue directora comercial en varias cadenas hoteleras del sur, hasta que hace cuatro años se presentó la oportunidad de hacerse cargo de este batzoki. Se lo encontraron un poco abandonado y en cuanto se emplearon a fondo, la gente de Arangoiti alucinó con el cambio. Casi tanto como nosotros.

Buen menú, señores

Mientras en mesas de campanillas uno se ve obligado a comer lo que ha decidido el chef, en casas de comidas como esta de Arangoiti la voz cantante aún la lleva el cliente, que puede optar por comer la carta, el menú del día o alguno de los menús especiales -chuleta, pescado, cachopo- que ofrecen Monike y Gorka. Lo mejor es que en la misma mesa se pueden combinar sin problema diferentes fórmulas, «nos adaptamos a todo, con tal de que el cliente salga contento».

Batzoki Arangoiti

  • Dirección: Monte Ganekogorta, 10

  • Teléfono: 946111379

  • No perderse: Los chipirones en su tinta

  • Precios: Morcilla: 6 €. Oreja: 6 €. Txipirones: 18 €. Chuleta: 35€ /kg.

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