Las redes sociales agudizan los trastornos alimentarios
Profesionales de la salud llaman la atención sobre los graves peligros de Instagram: la plataforma de moda entre las adolescentes favorece el riesgo de sufrir desórdenes de la conducta alimentaria
¿Deberían arrancarse las redes sociales con un mensaje que alertara de que su uso perjudica seriamente la salud? Sí, como el tabaco. ¿Le parece ... exagerado? Un estudio realizado por la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) advierte de que la utilización de Instagram favorece la aparición de trastornos de la conducta alimentaria. La plataforma de mayor éxito entre las adolescentes ofrece abundantes contenidos, que además se replican una y otra vez, a favor de las dietas estrictas, la extrema delgadez y todo tipo de tonterías que sólo contribuyen a la enfermedad y la muerte.
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Hay que hablarlo así, sin chorradas, llamando a las cosas por su nombre. Porque anorexia, bulimia, atracones y vómitos provocados son desórdenes cuya incidencia se ha multiplicado desde que arrancó la pandemia. Las consultas de psiquiatría y psicología dan prueba de ello.
No es casual que Osakidetza haya reforzado su red de salud mental para jóvenes. Lo que en los últimos meses se está viendo en las consultas de Atención Primaria y la red de salud especializada cuenta ahora con el aval científico. Expertos del máster en salud electrónica (eSalud) de la UOC han elaborado un informe que constata la relación entre «la mayor utilización de la red social en chicas de menor edad y la aparición de los síntomas más graves de Trastornos de la Conducta Alimentaria».
Terroristas de la salud
El vínculo entre Instagram y la insatisfacción con el cuerpo propio parece más que evidente, según los investigadores. El trabajo afirma que las chicas más jóvenes –entre los chicos este tipo de complicaciones se da, pero en menor grado– buscan publicaciones relacionadas con todos estos trastornos con un único objetivo: «mantener la motivación para seguir perdiendo peso o trucos para ocultarlo». Las adolescentes con cuenta en esta popular plataforma realizan, además, ejercicio de una manera enfermiza. De forma estricta y sistematizada. La mayor virtud puede convertirse en una adicción cuando se traspasa la frontera entre la salud y la conducta peligrosa.
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De todas las advertencias que contiene el informe del grupo catalán hay especialmente una que pone los pelos de punta: «Existen grupos cohesionados y organizados que promueven el denominado 'impulso por la delgadez' como un estilo de vida». Los investigadores no dudan en calificar esta actitud como una auténtica «apología de los trastornos de la conducta alimentaria». «Utilizan Instagram por su capacidad para viralizar imágenes y escriben deliberadamente mal 'hastags' (en castellano, etiquetas) que han sido prohibidos como #proana, #proanorexia, #promia o #probulimia» para evitar que sus cuentas o contenidos sean suspendidos.
Un decálogo
Cuando una plataforma como Spotify daña la salud pública al favorecer la difusión de contenidos antivacunas y no hay autoridad internacional que la frene, a la sociedad solo le queda que grandes artistas como Neil Young le planten cara y se vayan. «Resulta imprescindible establecer medidas y herramientas que luchen contra todos estos movimientos que hacen apología de la extrema delgadez y de conductas nocivas», defiende Desiré Montes, autora del estudio de la UOC.
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¿Qué pueden hacer entretanto los padres de adolescentes para defenderse frente a Instagram? Proteger a sus hijas. El Hospital de Día de Sant Joan de Deu y la red Salud sin Bulos han elaborado un decálogo para afrontar este despiadado ciberataque.
1. Identifique al autor y revise siempre la fecha de toda publicación.
2. No se fíe de titulares llamativos.
3. Analice la información. Observe el tipo de lenguaje y las faltas de ortografía.
4. Compruebe la fuente informativa.
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5. Contraste con fuentes oficiales.
6. Recuerde que al hablar de salud lo único que vale es la evidencia científica.
7. No se lo crea todo. Filtros y programas como photoshop hacen milagros.
8. Controle sus emociones. Fíjese como se siente al leer un contenido.
9. Desconfíe de las dietas milagro.
10. Dietas y fármacos deben estar supervisados por profesionales colegiados.
La salud no es un juego adolescente.
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