Maite Bartolomé

Itziar Abasolo: «Lo de las redes sociales me parecía poco serio, pero vende»

La venta directa de carne se convirtió en la salida a los problemas derivados de la crisis para esta ganadera alavesa

Viernes, 27 de marzo 2020, 01:37

La vida, con frecuencia, nos envía por caminos inesperados y otras, en cambio, nos manda de regreso al punto de partida. Es el caso de Itziar Abasolo, que hoy gestiona una explotación ganadera en Lezama (Amurrio) cuando su vida parecía encaminada al trabajo de cajera en un hipermercado. Pero el día que su madre alcanzó la edad de jubilación se vio ante la tesitura de ser quien pusiera punto final a generaciones de baserritarras y dijo que no, que no recaería en ella semejante responsabilidad. De modo que dejó el oficio y se hizo cargo de las vacas y las ovejas.

Publicidad

Basabe Baserria (Amurrio)

«Fue una especie de chantaje emocional, aunque lo echaba de menos porque me crié aquí». Ese aquí al que se refiere es un paisaje excepcional de prados y caseríos, muchos de ellos reconvertidos ya en chalets, claro, en un paraje dominado por la monumental iglesia de San Martín.

De modo que en 2006 abandonó la caja registradora para volver al campo, a cuidar de su ganado junto a su marido, Aingeru Llano, ocupado en la industria. A poco de embarcarse en la nueva aventura la crisis golpeó todos los tejidos productivos «y en el mundo del campo se notó mucho más». Había que hacer algo y optaron por prescindir de intermediarios para practicar la venta directa. «Esa decisión nos permitió salir adelante», explica hoy con alivio Itziar Abasolo. Aunque todo tiene sus costes, claro, y la ganadera sonríe al señalar un cobertizo anexo a la vivienda que ocupan la pareja y los padres de ella. «Ese iba a ser nuestro txoko y ahora es la sala de despiece y envasado».

«Necesito un poco de calidad»

Abasolo tiene 40 vacas de raza pirenaica y 180 ovejas y mucho trabajo. El día de la visita al caserío Basabe, a finales de febrero, del pabellón donde los animales pasan el invierno surgía una escandalera de balidos de los corderos nacidos en los días previos. Los primeros meses del año son la época de los partos y para la fecha en cuestión muchos de los lechales han sido enviados ya al matadero. Es posible que sean los últimos que nacen en la explotación de Lezama, puesto que Abasolo pretende vender el rebaño y ampliar el número de cabezas de vacuno. «Es que necesito tener un poco de calidad de vida, no salgo de aquí», asegura.

Porque la vida de la ganadera está regulada por los ritmos de la actividad y la demanda de carne. Así, mata dos terneros al mes cuando rondan los 10/15 meses de edad y han alcanzado el nivel de grasa adecuado. Para ello se alimentan de piensos libres de transgénicos para crecer, primero, y para adquirir la grasa después. Un carnicero despieza las canales traídas del matadero y ellos mismos se encargan del reparto de los lotes el primer miércoles de cada mes.

Publicidad

Dos tipos de cliente

En la estupenda web («a mí eso de las redes sociales me parecía poco serio, pero vende») de Basabe Baserria se explica qué contiene cada lote y el precio de venta. Están adscritos a la etiqueta Eusko Label, lo que supone revisiones permanentes de las instalaciones y el ganado, tanto en la cuadra como en el matadero. La breve temporada de corderos es aún más exigente: martes, al matadero; miércoles, certificado; viernes, reparto. No elaboran queso, sino que venden la leche de las ovejas a una cooperativa.

«Hay dos tipos de cliente: la gente mayor, que aún cocina y pide piezas para hacer guisados o zancarrón, y los jóvenes, que quieren filetes, solomillos o hamburguesas. Intentamos hacer ver a los clientes que esto no es una carnicería, que tenemos que dar salida al animal entero. ¡Ojalá los terneros tuvieran más solomillos, pero no es así», asegura.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad