Si es más barato, me lo como aunque sea una imitación
Un estudio demuestra que los consumidores elegirían sucedáneos de hamburguesa si fuesen ¡no más saludables, sino más económicas!
S iempre se ha dicho que nunca llueve a gusto de todos y un estudio conocido esta misma semana vuelve a demostrarlo. El trabajo concluye –no con estas palabras, claro– que los consumidores estarían dispuestos a comerse cualquier cosa con tal de que sea más barata. La investigación se ha hecho intentando buscar alternativas a la carne, que desde hace tiempo se viene diciendo que su producción resulta cara y, de manera intensiva, también muy contaminante. A mí, personalmente, el resultado de esta investigación –que tiene su aspecto positivo, no lo niego–me sorprende. Pero a los autores del trabajo les parece una maravilla. Juzguen ustedes.
Vayamos por partes, que es como se hace en la carnicería. El planeta soporta ya más de 8.000 millones de habitantes, que son (¡ojo!) un 25% más que a comienzos de siglo. La carne constituye un elemento necesario en la dieta del ser humano, pero hay una evidencia clara: no hay para todos, y cada vez habrá menos. Cada gramo de carne útil necesita 16 de cereales y leguminosas, que son los que se comen los animales, según datos facilitados por el médico nutricionista Javier Aranceta
Hay además otro argumento que juega en contra del sector cárnico. El 15% de las emisiones de gases causantes del efecto invernadero, de los que destruyen la capa de ozono que protege a la Tierra y necesitamos para vivir, los genera la ganadería. Los pedos de vacas y corderos nos quitan el aire que necesitamos para respirar.
Vitaminas, proteínas y necesidades
¿Qué nos pasa? Pues que los humanos somos omnívoros, necesitamos comer de todo, animales y plantas, para que la maquinaria de nuestro cuerpo funcione correctamente. Los políticos y la industria, que piensan por nosotros más que nosotros mismos, ya tienen algunas soluciones.
Sobre la mesa hay dos que destacan por encima del resto. Una tiene que ver con el enorme desafío que implica la eliminación de las carnes de nuestra dieta por la falta de vitamina B12, básica para la vida celular y ausente en el mundo vegetal. No hay problema: aparte de que también se obtiene del pescado, puede sintetizarse en laboratorio. Ya existen suplementos que consumen veganos y vegetarianos.
La carne, además, representa nuestra mayor fuente de proteínas, igualmente esenciales para la vida humana. Pero tampoco esto es una complicación. La industria de los insectos, en plena expansión, lo resolverá. Producir un kilo de ternera requiere 2.000 veces más de agua, diez de alimento y un espacio trece veces mayor que generar un kilo de grillos...
Cuando es mejor comer menos
Así que, volviendo al origen de la cuestión, investigadores de EE UU y Alemania encuestaron a más de 2.100 consumidores para saber hasta qué punto estarían dispuestos a incluir en su dieta diaria alternativas a la carne. Ofrecían a los encuestados cuatro alternativas: hamburguesas de carne de vacuno auténtica, vegetales que imitaban a la carne, vegetarianas y de falafel, que es una pasta de legumbres aderezada con cebolla, ajo y especias. Para su sorpresa, vieron que las respuestas estaban condicionadas por los precios.
Con la misma tarifa, los usuarios preferían la carne, pero con una reducción del 10% en el precio, las ventas a favor de las alternativas crecían un 14%. Cuando la oferta mejoró al 50%, los dispuestos al cambio se duplicaron. ¿Una solución para el ecosistema o una oportunidad de negocio?
Si la alternativa es pasar hambre, la elección está clara;pero en general es mejor comer menos que comer insano. No se entienda esto como que se está haciendo una equivalencia entre el veganismo y la insalubridad, porque ni es cierto ni es el caso. Hablamos de otro tema. Hablamos del impacto de los precios en la dieta en tiempos de crisis internacional y ajustes en las economías de las familias. Feliz semana.
