El alimento que además de rico y barato protege contra la demencia

Ya he dicho en alguna ocasión que el huevo es uno de esos alimentos que se merecería un monumento. No le falta de nada. Se coma como más guste, atrapa por todo, por su aspecto, textura, aroma, color... ¡Y qué socorridos son! Que levante un dedo el ama o amo de su casa que no resuelve con huevos al menos una cena por semana... Sabía lo que iba a pasar. Y, además, protegen contra la demencia.

Antes que nada, una aclaración previa para que nadie se lleve a engaño en la última línea del artículo, aquí no le pasará. No hay productos milagrosos ni superalimentos que nos vayan a dar el elixir de la eterna juventud. Ni el huevo ni la cúmbuba de sambito. La única manera de llegar al final del camino con una salud aceptable consiste en mantener una dieta saludable, ajustada al patrón mediterráneo, dormir como un niño, hacer ejercicio y disfrutar de familiares y amigos. En una palabra, vivir. El consumo regular de huevos (¡que hay que ver cómo han subido de precio!) puede contribuir a una vejez libre de enfermedades neurodegenerativas. Ya sabe, alzhéimer, párkinson...

«El huevo es un alimento de altísimo valor nutricional, pero su ingesta no implica que pueda prescindirse de otros productos», destaca la catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid, Ana María López Sobater. «Es importante seguir una alimentación variada y equilibrada, incluyendo también otros que solemos consumir en bajas cantidades y no deben faltar en la dieta, como frutas, verduras, pescados, legumbres y frutos secos. Necesitamos un aporte satisfactorio de todos los nutrientes», recalca.

No podemos vivir sin comer proteínas. Su carencia puede provocarnos, como poco, caída del cabello, daños en la piel y pérdida de masa muscular, que en las etapas finales de la vida es más necesaria que nunca. Pero hay más. Porque retirarlas de nuestra dieta también conlleva graves problemas de salud, como anemia, deterioro del hígado y perdida de la función inmunitaria, que es clave para defendernos de las infecciones. Hasta las heridas cicatrizan peor sin proteínas. En la consecución de todos estos objetivos, los huevos pueden ayudarnos de manera significativa.

Las proteínas que aporta, de alto valor nutricional, nos confieren todos los aminoácidos esenciales en cantidades equilibradas. Numerosos estudios, de los buenos, de los que se publican en revistas de reconocido prestigio, han concluido que su consumo nos protege frente a las enfermedades ligadas al sistema nervioso. Algunos de ellos han puesto de manifiesto el carácter protector de la dieta mediterránea frente a las demencias y hasta qué punto daña el cerebro las pautas alimentarias que se alejan de ella.

El huevo contribuye a esta misión porque, según López Sobater, contiene componentes bioactivos (en concreto, luteína, colina y zeaxantina) que protegen frente a los tres grandes bandidos del envejecimiento que son

– La inflamación. Con el paso del tiempo, los tejidos se hinchan al perder las células su capacidad protectora.

– El estrés oxidativo. Los tejidos van deteriorándose porque las células que los componen se hacen mayores y no hay otras que las sustituyan por savia nueva.

– El declive cognitivo. Las facultades mentales se pierden de manera paulatina por la menor actividad y cantidad de las células del cerebro, las neuronas.

Entre los nutrientes interesantes del huevo para favorecer la actividad mental destacan la biotina, la niacina, riboflavina, vitamina B12, hierro y el zinc. Las personas mayores deben comer un gramo de proteína al día por kilo de peso. Dos huevos de tamaño medio aportan a un adulto sano de más de 70 años el 7% o 8% de la energía necesaria. ¡Qué más quiere! Feliz semana.

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