Mesa de Navidad en tiempos de Covid

La próxima Navidad será una auténtica noche de paz. La limitación a un máximo de seis comensales por mesa y la obligación de vaciar las calles a la una de la madrugada van a renovar el espíritu navideño este diciembre, más que nunca. El fin del año del coronavirus abre las puertas a unas fiestas más íntimas, con muchísimo menos ruido en las casas (al menos, en teoría) y, en consecuencia, favorecedoras de largas conversaciones entre padres e hijos, nietos y abuelos. Pruébenlo, que ya se sabe, charlar, como rascar, es todo cuestión de empezar.

Pero tiene, además, esta Navidad otra ventaja que a nosotros, como rincón de la nutrición, es la que más nos interesa. Superar el envite navideño sin llevarse dos o tres kilos de más en las alforjas –fíjese bien– nunca fue tan fácil como este año.

¡Que sí!, que cocinar para tan poca gente permite diseñar menús mucho más saludables, alejados de las tradicionales bacanales y panzadas que acostumbramos a pegarnos. Sin olvidarnos, por supuesto, de que la mesa en estas fechas es sagrada y también hay que celebrarla. «Serán unas fiestas con menos gente. Posiblemente también con menor cantidad y variedad de comida, pero quizás también con menús hechos con más mimo, más elaborados, como los de antes, de aquellos que requerían varios días previos de preparación», describe la médico nutricionista Mercedes Heras, de la red IMQ.

Las Navidades del Covid serán, por fin, las de cuidarse. Dedicarnos a la cocina con un interés renovado puede llevarnos a elaborar platos con menos grasas, y prescindir del exceso de picoteo previo a la mesa, que es el más peligroso. «Deberíamos tener especial cuidado con lo que tomemos en la cena, porque luego vamos a irnos directamente a la cama, sin hacer ningún ejercicio», recuerda la experta, que propone dos menús saludables y festivos para la cena de Nochebuena y la comida de Navidad.

La primera, por nocturna, más ligera. Los entremeses podrían incluir unas croquetas caseras, no precocinadas, langostinos o mejillones y algo de embutido, «que tampoco es malo», aunque sin abusar. Un consomé o sopa de marisco podría dar paso después a un buen pescado al horno.

Es Navidad y todo el mundo estará esperando los dulces, no solo los niños; pero lo mejor sería servir antes una macedonia y luego ya, pasado un rato, el turrón y los bombones. Con mesura, gran virtud. La comida del día siguiente siempre podría ser un poco más contundente, con la condición de que a media tarde salgamos un rato a caminar, mejor que pasear. El ejercicio ha de formar parte del menú navideño. Siendo así, la juerguilla del 25 podría ser similar a la de la velada anterior, pero sustituyendo el pescado por carne.

No tenga miedo de ponerse el delantal y preparar lo que más le apetezca. ¿Recuerda cuando comenzó la pandemia, todo el cuidado extremo que se nos pedía con los alimentos? Casi un año después no hay evidencia alguna de que el coronavirus pueda transmitirse a través de la comida. Ni un solo caso descrito en la literatura científica es garantía más que suficiente para ponerse el delantal y remangarse, mucho mejor si se hace en familia. Cocinar juntos une y contribuye a pasar de generación en generación el legado gastronómico, que es cultura y salud.

En Navidades, sobre todo a partir de cierta edad, en todas las mesas queda alguna silla vacía. La pandemia se dejará sentir este año en las casas de más de 2.400 familias vascas. Entre velas y cazuelas, brindaremos por el tiempo vivido con todos ellos, con la esperanza de que 2021 transforme en una sonrisa los recuerdos más dolorosos. Este año, las vacunas serán el mejor regalo. ¡Feliz Navidad, pese a todo!