Menú para la desescalada
Tras el confinamiento, llega el momento de recuperar buenos hábitos alimentarios y habituarse a una nueva normalidad, que requerirá más comida casera, fiambreras y mucha higiene
Me imagino los días que llegan como la salida de un oso de su cueva tras la hibernación. Mira a un lado, a otro y se echa a andar por los lugares de siempre para ver qué se encuentra por el camino; para comprobar qué sigue en pie el mundo que vivió antes de dormirse. Me lo imagino avanzando despacio pero sin miedo, clavando la mirada en rincones que son recuerdos y son esperanza.
Llega el momento de salir de la crisis sanitaria, un tiempo que nuestros mandatarios han bautizado con el horrible nombre de la desescalada y que, se quiera o no, nos obligará a cambiar de rutinas alimentarias. ¡Manos a la masa! Hay que dejar atrás los malos hábitos propiciados por el confinamiento; y adaptarse a una nueva realidad (a esto lo llaman nueva normalidad) que cambiará durante meses, quién sabe si más, nuestra forma de sentarnos a la mesa. «No encontramos con mucha ansiedad, porque estamos deseando salir a la calle», reflexiona la presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), Carmen Pérez Rodrigo. «Lo primero que tenemos que hacer –aconseja– es armarnos de paciencia. Nos tenemos que acostumbrar a la distancia social, a nuevas formas de cuidado y a relacionarnos con los alimentos de una manera distinta, más cuidadosa».
Ahora sí, producto fresco
Durante seis semanas, más o menos, hemos comido como mejor hemos podido. Mejor o peor, pero adaptándonos siempre a las circunstancias. Es muy fácil que la limitación de ir al supermercado una vez por semana para evitar contactos nos haya obligado a tirar de mucha conserva y producto congelado. Fin de esa etapa. Es el momento de recuperar la dieta mediterránea (y el ejercicio) y apostar, como siempre hicimos, por producto fresco y de cercanía. Ya sabe, frutas, verduras, cereales integrales y más pescado que carne.
Estamos ya en temporada de anchoas, la merluza está fantástica, en el mercado no faltan lubinas, doradas, bacalao y muy pronto llegará el rey de nuestros mares, que es el bonito del norte. Aproveche la desescalada (¡Uy, lo he dicho!) para pasarse por la pescadería y meterse para el cuerpo una buena ración de ácidos grasos omega 3. Eso sí, tampoco olvide que el mar está cada vez más contaminado. Elija el pescado azul de menor tamaño y cocine determinados peces como anchoas y merluza después de haberlos congelado previamente durante cinco días. Evitará así todo riesgo de intoxicación por anisakis.
A la hora de salir de mercado, no se olvide de llevar mascarilla y guardar dos metros de distancia con las personas. Si alguien se detiene demasiado frente al lineal, tranquilidad. Tómese su tiempo y dele el que necesita. Si va con prisa, la mejor recomendación, ahora más que nunca, es elaborar una lista de la compra para ir directamente a por los productos que se necesitan. «Así pasará menos tiempo en la tienda», recuerda la médico nutricionista, profesora de la facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU.
Adiós al menú del día
Al volver a casa, habrá que deshacerse de plásticos y cartones; y limpiar los envases que no podamos prescindir con un paño humedecido con agua y desinfectante. Frutas y verduras también es mejor pasarlas por agua y comerlas peladas.
Si algo nos ha dado la cuarentena ha sido una mayor querencia por la cocina. Fantástico, porque volveremos al trabajo y muy posiblemente no podremos ir al restaurante donde disfrutábamos del menú del día. Es posible que algunos locales distribuyan comida con cita previa. En caso contrario –y si no le toca teletrabajo–, siga cocinando y preparando fiambreras. ¡No se agobie, hombre! Los osos tampoco lo hacen.