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Qué tal el libro?». A ustedes su carnicero de confianza no les hará este tipo de preguntas, pero a mí el mío sí. Sabe a qué me dedico, me da palique sobre recetas y libros de cocina y los dos somos admiradores de una señora que vivió, guisó y saboreó la vida muy cerca nuestro. Aunque a María Mestayer Jacquet (Bilbao 1877 - Madrid 1949) se la conoce popularmente como «la marquesa de Parabere», para mi carnicero y para mí es simplemente Marichu. Nos tomamos confianzas que quizás ella no hubiese permitido y la llamamos con el apelativo, tan cariñoso y bilbaíno, que le daban sus familiares y amigos íntimos. Para algo somos fans.
Hace un par de meses pasé por la carnicería acarreando bajo el brazo un paquete que acababa de recoger en Correos. Antes de pedir morcilla y carne picada puse cara de misterio, abrí el envoltorio y enseñé a toda la parroquia allí presente lo que contenía: una novela recién salida de imprenta. En la portada, una mujer vestida a la moda de los años 30 y un título que lo explicaba todo. 'Parabere' (Ediciones Siruela, 2025) fue finalista en septiembre del Premio de Novela Café Gijón y desde entonces estábamos esperando, como todo admirador que se precie, para saber si sus autores se habrían tomado demasiadas licencias con el personaje. Por eso cuando volví a comprar filetes lo primero que me dijo el carnicero fue ese «¿Qué tal el libro?».
Tal vez asistieran ustedes a la reciente puesta de largo de 'Parabere' en la librería Cámara de Bilbao, o anden dándole vueltas a si merece la pena añadirlo a su biblioteca. Como yo no soy crítica de literatura y además no suelo leer ficción, me temo que no soy quién para valorar la calidad o el estilo de la novela. Sobre el contenido biográfico de Marichu o sobre si es más o menos correcto históricamente sí puedo darles un veredicto: 'Parabere' es un relato digno y relativamente fiable de la vida de su protagonista.
La periodista Andrea Cabrera Kñallinsky y el editor y librero Aldo García Arias, autores de esta novela a cuatro manos, no se han inventado amantes secretos ni sucesos escandalosos para darle falsa emoción a una historia que ya de por sí era interesante. A la María Mestayer del libro le ocurren más o menos las mismas cosas que yo sé que ella vivió y en el mismo orden cronológico que está documentado. Su nacimiento en Bilbao en una rica familia de origen francés, su infancia en Sevilla, su educación cosmopolita, su matrimonio con un abogado donostiarra y después, una vez instalada la pareja en la capital vizcaína, su incipiente interés por el mundo culinario. En la novela aparecen sus primeros pinitos como escritora de recetas en el diario deportivo 'Excelsior', la adopción del pseudónimo artístico que la acompañaría durante el resto de su vida y su creciente dedicación a la cocina, inicialmente como autora de recetarios y luego, entre 1936 y 1943, como empresaria hostelera en Madrid.
Los grandes misterios de su vida –por ejemplo, por qué teniendo 58 años y ocho hijos decidió dejar atrás a su marido para abrir un negocio en otra ciudad– no se han resuelto con tramas sensacionalistas ni argumentos que pudieran disgustar a los numerosos descendientes de la marquesa. Sí que hay amores imposibles y enredos de espías, reservados para los innumerables personajes secundarios que pululan por las 517 páginas de 'Parabere'. He encontrado varios errores, especialmente en la parte bilbaína, y me repatea un poco que la protagonista hable en la novela tal y como escribía en sus libros, con frases literales sacadas de 'Platos escogidos de la cocina vasca' (1935) o 'Historia de la gastronomía' (1943), supongo que porque no quiero creer que mi musa fuera así de pedante, aprovechando cualquier excusa para dar la murga en la sobremesa con la historia de Vatel o del pollo a la Marengo.
Nos podemos imaginar a Marichu más o menos simpática, pero sabemos que fue siempre una señora «bien» en el amplio sentido del término. Bien lista, bien echada para adelante; bastante transgresora para lo que entonces se esperaba de un ama de casa de la alta burguesía y a la vez conservadora, fiel creyente tanto en el papel tradicional de la mujer dentro de la sociedad como en las estructuras de clase que regían en su tiempo.
Tendemos ahora a adjudicar a figuras del pasado ideologías o actitudes propias de nuestro presente. Pese a que nos guste verlo de esa manera, la marquesa de Parabere no fue activista de nada ni precursora de ningún movimiento. Suficiente tuvo con criar ocho hijos, escribir siete libros (más la enciclopedia que dejó incompleta), abrir dos restaurantes y lidiar con la plana de la CNT cuando en la Guerra Civil le incautaron el primero de ellos.
Hace poco descubrí algunas entrevistas —hasta ahora inéditas— que arrojan un poco de luz, nueva y distinta, sobre el carácter de aquella mujer que con 'La cocina completa' (1933) se coló en todas los hogares de España. «Las cocineras, cuanto más viejas, mejores son», decía. « Aunque a veces resulten insoportables». De ella, que nació hace casi 150 años, todavía sigo destapando secretos, aventuras y algún que otro pecadillo. Para romantizar su historia ya tenemos a la 'Parabere' novelada.
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