El atracón del sistema inmune

Vivimos una época muy propicia para embaucadores y mercachifles. No se deje engañar. La desescalada, ese horrible término que se han inventado para referirse a la salida de la crisis, es el momento ideal para que nos hablen de milagros y superalimentos que no existen, como los muchos especialistas que han pasado por esta página se han hartado de recordar una y otra vez. Estamos desfallecidos después de meses encerrados en nuestras propias casas, agotados por la presión de la pandemia, la enfermedad y la muerte, el empleo y la crisis, el teletrabajo, la casa y los hijos que corretean a nuestro alrededor. No podemos ni con los cordones de los zapatos. ¡Lógico! Pero los del márketing y los negocios, que se la saben todas, aprovechan la circunstancia para hablarnos de que lo mejor contra el decaimiento que sentimos es consumir alimentos que refuercen el sistema inmune.

Sólo leerlo se imagina uno a un impostor con un arma en la mano y un pañuelo cubriéndole la nariz y la boca, no precisamente para protegerse del coronavirus. «¡Manos arriba, que le voy a vender los productos que necesita para reforzar su inmunidad!» Pues no. Hay que escribirlo bien clarito: es trampa.

Por si a alguien le cabía alguna duda, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se ha ocupado de proclamarlo: «Es cierto que hay algunos nutrientes que se han demostrado beneficiosos en la regeneración de tejidos o el refuerzo del sistema de defensas». Los productos ricos en vitamina A, B, C, también D y minerales como el cobre, hierro, selenio y zinc ayudan, protegen, previenen; pero hasta ahí.

«Que un alimento sea una fuente de vitaminas no significa que haya que incrementar la ingesta de ese nutriente» y que uno esté ya protegido, argumenta un portavoz de la OCU. «En una dieta variada y equilibrada, las cantidades necesarias para una persona sana se alcanzan con facilidad», recuerda la organización, en un informe pleno de sentido común, que para la nutrición funciona mejor que el del gusto.

No hay un alimento, ni siquiera un grupo de alimentos, que le garantice a uno tener un sistema de defensas a prueba de bomba. Funciona una alimentación sana y equilibrada, basada en el patrón de la dieta mediterránea; funciona la práctica de ejercicio físico regular y diario; funciona dormir bien, cada uno según lo que necesite, pero por norma unas siete u ocho horas diarias;y funciona aprender a relativizar los problemas lo mejor que se pueda. Como todo eso es más fácil escribirlo que cumplirlo, lo normal es que a veces el equipo falle y uno se sienta bajo de fondo y de forma. Entonces se necesita consultar a un médico, pero no al primer granuja que vende salud por un puñado de euros.

Los 'alimentos vacuna' no existen. Estos que siguen son los ocho ingredientes que, según la OCU, «presumen de reforzar el sistema inmune. La organización ha impulsado una campaña bajo el lema #Nocuela.

1. Equinácea. Se le otorgan propiedades antioxidantes. No demostrado.

2. Flavonoides. También se dice que refuerzan la inmunidad. No demostrado.

3. Galacto-oligosacáridos. Desarrollan la flora intestinal y, en consecuencia el sistema inmune. No demostrado.

4. Jalea real. La agencia europea de los alimentos (EFSA) le ha impedido publicitar su supuesta capacidad para el desarrollo de la inmunidad. No demostrado,

5. Pomelo. A sus pepitas, la EFSA les ha dado el mismo merecido. No demostrado.

6. Probióticos. Más de lo mismo con estos microorganismos «fantásticos» para la flora intestinal. No demostrado,

7. Propóleo. Léase el punto 4.

8. Uña de gato o uncaria. Para las úlceras de estómago, inflamación, disentería y la fiebre. No demostrado,

Si destina el dinero que ha gastado en ellos a cualquier cosa que le haga feliz, su sistema inmune se lo agradecerá. Disfrute de la desescalada (¡Qué palabra, de verdad!).