Puchero fabricado para la alubiada de Iurreta y elaboración del cocido, 9 de diciembre de 1984. E.C.
Historias de Tripasais

La alubiada que entró en el libro Guinness

Hace 40 años los vecinos de Iurreta elaboraron unas alubias de campeonatoen un puchero descomunal

Lunes, 24 de junio 2024, 19:15

Fueron 2.800 kilos de peso, 2.300 litros de capacidad y 2,7 metros de alto. Podríamos estar hablando de un camión cisterna o de una piscina, pero son las medidas del gigantesco lapiko o puchero que se fabricó en otoño de 1984 para batir un récord mundial: el de la mayor alubiada de la historia. La marca se batió y hasta se consignó en el Libro Guinness, pero inexplicablemente (¡con lo mucho que nos gusta a los vascos fardar y hablar de comilonas pantagruélicas!) no forma parte del imaginario gastro-mitológico popular ni es fácil encontrar pruebas gráficas de ella.

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Apuesto a que muchos iurretarras y otros vecinos del Duranguesado sí guardan fotos de aquel acontecimiento. Las tendrán en el álbum familiar. Hablamos de hace 40 años, cuando aún no había internet. Si ahora se celebrara un evento popular de tal magnitud habría miles de imágenes en redes, vídeos a porrillo y selfies a motrollón, pero a mí me ha costado dios y ayuda dar con las estampas que hoy nos acompañan. Son la demostración de que aquella machada alubiera fue real y de que por mucho que el paso del tiempo haya embellecido o exagerado su dimensión, todo lo que la rodeó fue de verdadera película.

Por entonces la anteiglesia de Iurreta estaba integrada en el mun'icipio vizcaíno de Durango —la anexión duró desde 1926 hasta 1990— y a pesar de contar con unos 7.000 habitantes no tenía campo de fútbol ni instalaciones deportivas propias. Los socios del club Iurretako Kirol Taldea ya habían comprado un terreno para construir el campo y conseguido una importante subvención del Ayuntamiento durangués, pero les faltaban aún 22 millones de pesetas para las obras. Con el objetivo de recaudar dinero organizaron en 1983 una txarriboda popular en la que vendieron casi 4.000 bocadillos de chorizo y papeletas para una rifa de las chacinas. El éxito fue tal que uno de los miembros del Kirol Taldea, José María Lizarralde 'Txantxa', concibió la idea de «la alubiada del siglo». Sería a lo grande, récord Guinness incluido.

Los voluntarios

Lo que parecía imposible se hizo realidad gracias a más de 250 voluntarios, varias empresas y entidades colaboradoras y un patrocinador principal, atado a última hora, como fue la marca de brandy Gorostiaga y Goitisolo. Así lo contó EL CORREO, que entre octubre y diciembre de 1984 siguió de cerca la planificación del evento y fue dando cumplida información a sus lectores de todas las fases del proyecto. Lo primero fue fabricar el colosal puchero, cuyo molde en poliestileno se elaboró en Sty Fun (Elgoibar), luego fue fundido íntegramente en hierro colado por Fumbarri, en Durango (donde trabajaban Txantxa y otros socios del Iurretako), y finalmente transportado por grúas de la compañía Prefabricados Alberdi (Iurreta). Todo gratuito y desinteresado, desde los materiales hasta la mano de obra.

Aquel lapiko digno de Gargantúa era tan impresionante que junto a la tapa y el cazo a juego —700 y 60 kilos de peso, respectivamente— se exhibió durante unos días en la Feria de Muestras de Bilbao y después se trasladó a Iurreta. Allí esperó pacientemente a que llegaran tres días marcados con rojo en el calendario: 7, 8 y 9 de diciembre de 1984.

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El viernes 7 por la tarde el puchero se llevó al centro del pueblo «en procesión, en una plataforma especialmente construida para él y ajustada a un camión de 15 toneladas». La Ertzaintza se encargó de acompañar el convoy y los bomberos de Durango de supervisar la instalación de la olla, su esterilización con agua hirviendo y la construcción de la base para el fuego. El sábado 8 a primera hora de la mañana se deshuesaron una ternera y dos cerdos enteros y con la carne de estos dos últimos se hicieron chorizos y otros sacramentos, operación dirigida por el matancero Julián Berriozabalgoitia. A las dos y media de la tarde se encendió el fuego, se metieron dentro del puchero los ingredientes y se dejaron cocer amorosamente durante 17 horas seguidas.

200 kilos de alubia

Lo malo es que se listaron las cantidades de producto utilizadas pero no hay detalles, por ejemplo, de cómo se despiezaron los 250 kilos de ternera o de si los 120 kilos de txarri sirvieron, además de para chorizos, para sacar morcillas, tocino, costilla o espinazo. Hubiera sido lo suyo, aunque únicamente sabemos el peso total de los animales y que se usaron 200 kilos de alubia roja, 1.250 litros de agua sin cloro procedente de un manantial cercano, 200 cebollas, 8 docenas de puerros, 20 docenas de pimientos choriceros y 50 kilos de tomate además de sal, aceite, ajos, etc.

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Para que vean ustedes la ambición con que se planificó esta alubiada, quien cortó la madera de haya para el fuego fue el aizkolari campeón de Bizkaia y el cocido se removió no con cualquier palo, sino con remos de la trainera Sotera de Santurtzi empuñados por sus bogadores. Con tanto colaborador de por medio las alubias podrían haber quedado fatal, pero salieron suaves y enteras (aunque un poco sosas, al parecer). Se sirvieron 1.700 raciones con pan, vino y un tarrito de flan a razón de 500 pesetas el menú, y más de 10.000 bocadillos de chorizo por 150 pesetas cada uno. ¿Hubo récord? En teoría sí, pero ya no aparece en el libro Guinness: en 2012 el pueblo macedonio de Sarcievo batió los registros cocinando alubias en una cazuela de 5.600 litros. Lástima.

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