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Amores de verano

Con el buen tiempo me apasionan las terrazas llenas, mesas con pimientos verdes, las piparras fritas, ensalada de tomate en casa, escapadas a Urkiola...

Eneko Atxa

Jueves, 29 de junio 2017, 01:01

Cuando los primeros rayos de sol potentes salen, los días se alargan, las ropas se acortan y las ganas de volver a casa desaparecen, estamos entrando en esa temporada que nos hace volvernos locos: el verano.

Creo que nos volvemos medio 'tarumbas' por muchos motivos, pero quiero exponer uno que a mi particularmente me apasiona, que no es otro que la llegada de las terrazas llenas, mesas con pimientos verdes, las piparras fritas, ensalada de tomate en casa, escapadas a Urkiola a poner unas ventrescas a la brasa, un guiso de pochas con rabo o de pochas con almejas en salsa verde, los sukalkis, si hay suerte algún honguito que te trae algún amigo, anchoas, sardinas, concursos de bacalao al pilpil en algunas fiestas, bonito "encebollau" o con tomate...

Ir de noche a Elantxobe y ver cómo andan a la pesca del chipirón para hacer después los chipis tinta o con cebolla caramelizada, irse a una cervecería a comerse un pollo con ensalada de lechuga, cebolleta bien tierna y bien de aliño, pasarse por la playa de Laida y comerse un pintxo de tortilla de hamaiketako con un txakoli fresco y una palmera de chocolate con una cerveza antes de la puesta de sol...

Hacer un "txitxiburduntzi" de chorizo de caserío la noche de San Juan para honrar a Mari y al estómago. Comerse los bocatas de la noche viendo los fuegos desde la primera txosna en la que te pillan.

Hasta los algodones de azúcar y los churros de las barracas me huelen de 10. Y qué decir de las chocolatadas de madrugada, que desconozco si todavía sirven en algunos pueblos como Areatza, para reconfortar si te ha "pillau" el toro y hacer el camino a casa en línea algo más recta. Por supuesto, que no falten los cucuruchos y el paseo, o la sentada nocturna con el gin tonic.

Se me hace la boca agua, los ojos chiribitas, creo que cada verano me vuelvo a enamorar.

Y es que no hay recuerdo más bonito que el de los amores de verano, aunque sean para comer.

On egin!!!

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