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La Sala

Eneko Atxa

Miércoles, 21 de junio 2017, 18:40

Hoy voy a irrumpir sin duda en terreno pantanoso, en la sala y en la atención al cliente. Tengo la sensación, de que cada vez es más difícil encontrar gente que quiera dedicarse o que tenga vocación por el mundo del servicio.

No hay más que mirar hacia las escuelas de hostelería para entender que es un sector en peligro de extinción, y para ser sincero, a veces lo entiendo porque olvidamos el mérito que reside en un profesional del servicio.

No suele ser agradable cuando te encuentras personas que trabajan de cara al cliente sin ninguna formación y con poca gana para ello, y entonces, entonamos aquello de cómo está el servicio o la atención al cliente en este país.

Todos nos sabemos de memoria la frase de un mal servicio puede estropear una gran comida, al igual que un gran servicio la puede salvar, pero no es más que una frase a la que recurrimos de manera baladí.

En realidad, nos cuesta muchísimo entender lo que hay detrás de un profesional de la sala, sus conocimientos, sus dotes para servir, informar, asesorar... Al cocinero le pedimos que cocine bien, al personal de limpieza que todo esté limpio... pero al equipo de sala le pedimos profesionalidad, diligencia, discreción, y que, además sean adivinos.

Sí, adivinos, porque queremos que además de que nos atiendan de 10, sepan por señal divina si nos gusta que sean cercanos y simpáticos, o discretos, escuetos y serios, o que interactúen más, o menos.

Nos quejamos a menudo del servicio en general, pero tal vez, y solo tal vez, nuestra falta de reconocimiento a un sector sea en parte también la causante de que el oficio no se valore adecuadamente y eso provoque que cuando un chavalín diga en casa que quiere ser camarero y que quiere estudiar para serlo, esto no suscite alegría alguna en su casa.

Así que, no estaría mal, que de vez en cuando, cuando el camarero o camarera de un establecimiento nos sonría, le devolvamos nosotros también una sonrisa, y que cuando pensemos que un camarero es frío o distante reflexionemos sobre cómo somos nosotros mismos ante él.

Porque dentro de un restaurante, el camarero sigue siendo persona y el cliente también.

On egin.

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