Agentes de Policía italianos. Reuters

Leoncavallo, la 'casa okupa' de Milán que la Policía logró desalojar tras 133 intentos

El Estado fue condenado en 2024 a pagar 3,3 millones a los dueños del inmueble por su incapacidad para liberarlo durante más de treinta años

Darío Menor

Corresponsal. Roma

Viernes, 22 de agosto 2025, 00:02

El Estado fue condenado en 2024 a pagar 3,3 millones a los dueños del inmueble por su incapacidad para liberarlo durante más de 30 ... añosroma. Leoncavallo era uno de los centros sociales con más solera de Italia. Un punto de referencia para militantes antifascistas y anarquistas de Milán que el jueves fue desalojado por la Policía italiana, poniendo así fin a más de tres décadas de ocupación en los que se sucedieron más de 130 intentos fallidos de devolver a sus dueños el edificio, una antigua fábrica de papel situada en la calle Antoine Watteau, en la zona noreste de la capital lombarda. La larga incapacidad de las autoridades para echar a sus 'inquilinos' llevó a la Justicia italiana a condenar el año pasado al Ministerio del Interior a pagar 3,3 millones de euros como resarcimiento a la empresa propietaria del inmueble.

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El Gobierno liderado por Giorgia Meloni respondió a la sentencia exigiendo esa cantidad a Maria Boer, la presidenta de la asociación responsable de la ocupación, llamada Madres Antifascistas del Leoncavallo. Fundado en 1975 en un inmueble de la calle Leoncavallo de Milán, de la que tomó su nombre, el centro social vivió una primera expulsión en agosto de 1994 que le llevó a trasladarse a la vía Watteau, que ahora igualmente ha tenido que abandonar.

«El desalojo marca el final de una larga época de ilegalidad. Durante treinta años el inmueble ha estado ocupado de manera abusiva. Y al daño se añade la burla, porque el Estado ha estado obligado incluso a resarcir los daños de la ocupación», comentó el ministro del Interior, Matteo Piantedosi, quien subrayó la política de «tolerancia cero» frente a estas actuaciones por parte del Ejecutivo italiano. El Gobierno de Roma ha promovido un nuevo decreto sobre seguridad que fue aprobado en el Parlamento el pasado mes de junio que contempla penas de hasta siete años de cárcel en caso de ocupación arbitraria de una propiedad. También se prevé su liberación inmediata, incluso sin necesidad de que haya una orden judicial.

División de opiniones

Piantedosi reivindicó el desalojo del centro social de Leoncavalllo como un «paso más» dentro de una «estrategia constante y determinada» que, según dijo, ha llevado al actual equipo de gobierno a devolver a sus propietarios «casi 4.000 inmuebles» que habían sido ocupados. Esta cifra se habría alcanzado desde que el Ejecutivo conservador de Meloni se hizo con las riendas del poder en Italia a finales de octubre de 2022.

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El Gobierno italiano aprobó en junio un decreto que contempla hasta siete años de cárcel en casos de ocupación

La propia primera ministra se hizo eco del desalojo asegurando que «en un Estado de derecho no pueden existir zonas francas o áreas sustraídas a la legalidad». Quien mostró, en cambio, una postura muy distinta ante la noticia de que cientos de agentes de la Policía y de los Carabinieri estaban interviniendo, esta vez con éxito, en Leoncavallo fue el alcalde de Milán, Beppe Sala. El regidor, de centroizquierda, lamentó en primer lugar que nadie le hubiera informado de la expulsión, que en principio estaba fijada para el próximo 9 de septiembre pero que habría sido adelantada para aprovechar la menor presencia de militantes propia del mes de agosto. Sala se refirió al emblemático centro social como un «valor histórico y social de nuestra ciudad», por lo que se mostró favorable a encontrar otra ubicación donde pueda continuar con sus actividades «claramente en un contexto de legalidad».

Boer, la presidenta de la asociación Madres Antifascistas del Leoncavallo, aseguró que el desalojo había sido adelantado «por las presiones políticas» realizadas por el Ministerio del Interior y mostró su deseo de que este día, por el jueves, «no sea el final» del centro social. El abogado de la agrupación, Mirko Mazzali, consideró por su parte «anómala» la expulsión y consideró que con su ejecución se había creado «un problema político».

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