Los presidentes francés, Emmanuel Macron, y chino, Xi Jinping, hablan durante una visita a Dujiangyan. Reuters

Macron concluye su visita a China pidiendo más inversiones en Francia y sin avances para Ucrania

El presidente francés se reúne de nuevo con Xi Jinping en la ciudad de Chengdu en busca de réditos de última hora antes de partir

Jaime Santirso

Pekín

Viernes, 5 de diciembre 2025, 10:26

Tras el siempre exigente paso por Pekín, el presidente galo, Emmanuel Macron, concluye este viernes su cuarta visita de Estado a China en la ciudad ... de Chengdu. Allí ha mantenido un segundo encuentro con Xi Jinping, una extraordinaria cortesía –el líder no acostumbra a acompañar a mandatarios extranjeros fuera de la capital– que evidencia la relevancia que el gigante asiático concede a Francia en este juego de intereses cruzados y, en ocasiones, enfrentados.

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Así, la jornada ha amanecido sosegada, sin más sobresalto que la aparición de Macron trotando por el parque del lago Jincheng para sorpresa de los vecinos, a quienes ha saludado con gran simpatía y velocidad moderada. Las imágenes del presidente francés, ataviado con pantalones cortos deportivos y rodeado de varios guardaespaldas, han generado expectación en redes sociales chinas.

Acto seguido, aunque de otra facha, se ha trasladado junto a la primera dama, Brigitte Macron, a visitar el complejo dedicado al sistema de irrigación de Dujiangyan, instalado en el siglo II a.C. para gestionar el suministro de agua en la ciudad y reconocido como Patrimonio de la Humanidad. El matrimonio ha paseado en compañía de la pareja anfitriona, Xi Jinping y su mujer, Peng Liyuan.

No acudirá el presidente al mayor reclamo de Chengdu, su reserva de osos pandas. Pero que Macron no vaya a ver a los pandas no quiere decir que los pandas no vayan a Macron. Una de las consecuencias previsibles de su visita podría consistir en la donación de una nueva pareja, después de que el Beauval ZooParc devolviera la semana pasada a Huan Huan y Yuan Zi, residentes en Francia desde hace trece años, por problemas de salud. No en vano, el director del centro, Rodolphe Delord, forma parte de la nutrida delegación de personalidades y empresarios.

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Sin embargo, todavía espera el presidente francés llevarse algo más, después de que su encuentro el jueves con la cúpula del régimen no produjera acuerdos comerciales reseñables, en particular sobre el pedido de quinientos aviones Airbus pendiente de concretar desde hace tiempo.

Conflictos reales y simbólicos

«Los desequilibrios que vemos acumularse hoy no son sostenibles, entrañan el riesgo de desencadenar una crisis financiera y amenazan nuestra capacidad de crecer juntos», enfatizó el martes durante su encuentro con Xi en el Gran Palacio del Pueblo, unas reclamaciones motivadas por el desorbitante déficit comercial, y familiares en todas las capitales europeas.

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En ese sentido, Macron reclamó «normas más justas y más sólidas» y también una mayor presencia y transferencia de conocimiento de empresas de China en Francia, en particular en sectores emergentes como baterías, paneles solares y vehículos eléctricos. «Queremos acoger más inversión china mediante proyectos y estrategias de reindustrialización, y esto es lo que nos permitirá romper el ciclo en el que nos encontramos actualmente», aseguró durante su intervención ante el Consejo Empresarial Franco-Chino, también en compañía del líder.

La balanza de intercambios entre ambos países ilustra la creciente divergencia entre la pujanza china y el estancamiento europeo: si las principales importaciones galas procedentes de China son mayoritariamente productos tecnológicos como los mencionados por el presidente –aunque con una importante presencia de productos de consumo de bajo coste, comercializados por las plataformas Shein y Temu–, la primera exportación francesa son productos cosméticos, el 9% de sus remesas al gigante asiático.

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Macron salió a correr por el lago Jincheng; la primera dama francesa, Brigitte Macron, visitó la base de investigación de Chengdu para la cría de pandas gigantes; el presidente galo interviene en la Universidad de Sichuan. Reuters/AFP

Una dinámica, entre la conveniencia y la dependencia, en la que juegan un papel destacado los coches eléctricos. Los aranceles impuestos por la Unión Europea, ante los que China castigó al porcino español y al brandy francés, entre otros, suponen el principal punto de fricción entre ambas partes. Aunque, según ha sabido este medio de fuentes involucradas en el proceso, las negociaciones para alcanzar un acuerdo en forma de umbrales de precios avanzan favorablemente.

Xi no dejó pasar la oportunidad de expresarse al respecto. «Las cadenas industriales y de suministro de los países están profundamente interconectadas. La apertura y la cooperación traerán oportunidades de desarrollo, mientras que la desvinculación y la ruptura de las cadenas de suministro conducirán al aislamiento», apuntó el líder chino. «El proteccionismo no puede resolver los problemas derivados de la reestructuración industrial global; solo empeorará el entorno internacional para el comercio», añadió, palabras que representan un llamado a la rendición de la resistencia europea.

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La balanza de intercambios entre China y Francia ilustra la creciente divergencia entre la pujanza del gigante asiático y el estancamiento europeo

Ahora bien: intercambios aparte, nada evidencia las diferencias reales como la invasión rusa de Ucrania y las intervenciones para facilitar su final. Una cuestión que ambos mandatarios comentaron «extensamente», según apuntó Macron, quien manifestó su deseo de que su contraparte se sumara a los esfuerzos para lograr, «como mínimo», un cese de los ataques a infraestructuras críticas. Diplomáticos europeos han expresado a este medio su frustración ante la falta de implicación china ante una «crisis existencial» para Europa, en particular dadas sus inamovibles exigencias y alta sensibilidad respecto a Taiwán.

Xi, en esta línea, se ciñó a la línea oficial para reiterar su «apoyo a todos los esfuerzos por la paz», para lo que China «seguirá desempeñando un papel constructivo en la solución política de la crisis, al tiempo que oponiéndose firmemente a cualquier acción irresponsable que desvíe la culpa o distorsione la situación».

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