Katerina y Mariya, las enigmáticas hijas de Putin sancionadas por la UE y EE UU

El presidente ruso, Vladímir Putin, y la azafata de vuelo ya retirada, Lyudmila Putina, estuvieron casados durante tres décadas. Fruto de aquella larga relación que acabó en divorcio en el 2013, nacieron Katerina y Mariya, dos mujeres de las que se sabe más bien poco y que ahora son parte de la lista de sancionados por Occidente por la invasión ordenada por su padre en Ucrania.

Aunque la información sobre ellas es escasa y muchas veces confusa, sí se sabe que Mariya Vorontsova, la mayor de las dos, nació en Leningrado, ahora San Petersburgo, en 1985, es endocrinóloga y copropietaria de un proyecto de inversión en atención médica. Está casada con el holandés Jorrit Faassen, que fuera ejecutivo de la compañía de gas estatal rusa Gazprom y de Stroytransgaz, un fabricante de tuberías y se cree que tienen, al menos, un hijo, como se desprende de la confesión que le hizo Putin al director de cine Oliver Stone en el 2017, cuando le dijo que era abuelo.

La revista 'Newskweek' reportó que tras el derribo del vuelo MH-17 de Malaysia Airlines, un tabloide holandés afirmó que Mariya vivía en los Países Bajos con su pareja. Tras identificar su supuesta residencia, en un bloque de pisos, se concentraron a las afueras grupos de periodistas así como de ciudadanos ucranianos. El alcalde pidió que fuera deportada a Rusia, pero no se confirmó si realmente vivieron allí.

Un año después de Mariya nacía en Alemania, donde vivía la familia mientras Putin trabajaba allí para la KGB, Katerina Tikhonova. Cuando la familia regresó a Moscú en 1996, las niñas continuaron su educación en un colegio alemán, pero al convertirse en presidente, Putin decidió que continuaran estudiando en casa. Después, asistieron a la universidad aunque con identidades falsas, en un intento de su padre de mantenerlas en el anonimato, alejadas no solo del ojo público sino del peligro. Putin, además, nunca ha permitido a la prensa informar sobre su vida privada. En el libro 'Primera persona: un autorretrato asombrosamente franco del presidente ruso, Vladímir Putin', escrito por un equipo de varios periodistas que tuvieron acceso autorizado al círculo íntimo del presidente, las niñas, entonces adolescentes, se quejaron de que las hubieran sacado del colegio y de tener que ir a todos los sitios con guardaespaldas.

Aunque su propio padre, en una inusual intervención en la que habló de sus hijas dijo que las áreas de interés de Katerina eran los estudios orientales y la cultura japonesa, hay imágenes de su etapa compitiendo en concursos de danza acrobática y ahora trabaja en el área científica, dirigiendo un instituto de inteligencia artificial ligado a la facultad matemáticas de la Universidad Estatal de Moscú, una 'startup' que según 'Bloomberg' está valorada en unos 1700 millones de dólares (poco más de 1500 millones de euros). El 'Business Insider' asegura que el año pasado tuvo una intervención pública en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo en Rusia, el equivalente del país a Davos, aunque tres años antes ya había aparecido en una entrevista en televisión hablando de biotecnología.

En el 2018, se divorció de Kirill Shamalov, hijo de Nikolai Shamalov, un amigo de Putin con quien se casó muy joven. Al separarse, ambos se dividieron un patrimonio millonario, que en su momento Reuters valoró en dos billones de dólares y que incluía una villa de unos cuatro millones de euros en la localidad francesa de Biarritz, una vivienda con la que no se sabe qué sucedió tras el divorcio y tampoco si Katerina o su hermana tienen otros activos en algún lugar de Europa. La pareja era parte de la generación 'real' rusa, es decir, jóvenes con vidas de cuento de príncipes y princesas gracias a la riqueza y el poder de sus padres y que muchas veces se casan entre sí para continuar acumulando dinero e influencia dentro del mismo círculo.

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