Draghi hace de Monnet
El líder italiano propone medidas que permitan sostener las sanciones y amortiguar su impacto negativo
A final de enero Mario Draghi decidió continuar como primer ministro y no ascender a la presidencia de la República Italiana. Intuía que debía conservar ... su poder ejecutivo para contribuir a superar la pandemia y afianzar la recuperación económica. Fue una decisión acertada, que ahora se revela todavía más positiva, dentro y fuera de su país.
Ante la nueva crisis europea por la invasión de Ucrania, el experimentado político y banquero ha empezado a hacer de Jean Monnet, el fundador de las Comunidades Europeas. Este visionario francés, vendedor de coñac y autodidacta en economía y relaciones internacionales, fue capaz de proponer a lo largo de su vida distintos planes con los que resolver problemas acuciantes en tiempos de conflicto o de postguerra.
Monnet no solo pensaba diferente, sino que era capaz de reunir a los mejores, convencerlos de que diesen forma a sus ideas y luego persuadir a los líderes europeos y norteamericanos para que pusieran en marcha sus proyectos. En la Primera Guerra Mundial, con solo veintiséis años, ideó un mando único aliado para compras y transporte al frente, en el que trabajó desde Londres.
Cuando entramos en la cuarta semana de guerra en Ucrania, con el mismo espíritu innovador de Monnet, Draghi propone medidas a Bruselas que permitan sostener el esfuerzo de las sanciones y amortiguar su impacto negativo. Ha pedido crear un mecanismo europeo para limitar el precio del gas, comprarlo juntos y financiar con deuda común necesidades comunes en el terreno de la energía y la defensa, siguiendo el precedente del fondo de recuperación creado durante la pandemia. Su intención es apoyar a los ciudadanos y a las empresas y no desfallecer en el castigo a Rusia, desde donde llega el 40% del gas que se consume en la UE.
La guerra ya ha desacelerado el crecimiento económico, ha hecho más persistente y elevada la inflación y ha generado nuevos problemas en las cadenas de suministros. Pero los países del norte de la Unión Europea no ven con buenos ojos el activismo de Draghi, que teje estos días una coalición de países del sur con la que plantear esta batalla política. Lo último que necesita la UE es una nueva división entre países acreedores y deudores, como sucedió durante la debacle del euro.
Pero Draghi acierta al entender que nuestro talón de Aquiles es la dependencia energética y al reclamar a Bruselas una visión de conjunto y medios suficientes. Es imprescindible atender a los países más afectados por el doble filo de las sanciones, con el fin de mantener la unidad de acción.
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