El cálculo de Orbán
Viktor Orbán ha ganado por cuarta vez las elecciones en Hungría. Han sido unos comicios peculiares, debido al control que ejerce el Gobierno sobre los ... medios de comunicación y la injusta ventaja que otorga a su partido el sistema electoral. En cualquier caso, ha vencido con el apoyo mayoritario de la población y de nada ha servido el frente unido de la oposición. Asimismo, no ha funcionado la advertencia de la Unión Europea para que respete los principios y valores democráticos comunes.
Al contrario, esta crítica externa ha fortalecido el sentimiento nacionalista que explota el primer ministro. La guerra de Ucrania tampoco ha cambiado las cosas: Orbán es el mejor amigo de Vladímir Putin en el continente y su neutralidad ante el conflicto es solo un estudiado cálculo. No ha condenado la agresión y compra gas ruso en rublos, pero ha respaldado las sanciones, un equilibrio imposible. El resto de países del grupo de Visegrado (Polonia, Chequia y Eslovaquia) han decidido dar temporalmente la espalda a Hungría, como rechazo por su tibieza ante la barbarie del invasor. El ucraniano Zelenski le ha criticado en directo, pero no ha servido para mucho.
Tras su victoria, Orbán mencionó a este héroe cívico en la lista de rivales derrotados, junto con las instituciones de Bruselas y los medios de comunicación extranjeros. Solo le faltó elogiar a otros hombres fuertes por los que siente admiración, como Donald Trump o Xi Jinping.
Tras los comicios, Orbán dispone de una mayoría suficiente para seguir modificando su país en una dirección preocupante: hacer más favores económicos a sus amigos, controlar todavía más a los jueces y a los periodistas, imponer una sola visión de la familia y reducir la libertad académica.
La Unión Europea debe mantener su vigilancia y presión sobre un Estado miembro que aprovecha todas las ventajas económicas de la pertenencia al club, mientras paso a paso vacía de contenido sus formas democráticas. Más aún en medio de una guerra en Ucrania, en la que las democracias de toda la Unión Europea están siendo atacadas.
El mejor instrumento frente a la deriva de Orbán es la condicionalidad del fondo de recuperación post pandemia. Sin demostrar respeto por el Estado de Derecho, la Comisión Europea no puede aprobar su desembolso. Desde los partidos de extrema derecha de otros países comunitarios se observa con enorme interés el experimento húngaro. Es esencial que tenga costes y que no acabe diluyendo las señas de identidad de la Unión. El proyecto de integración solo pervivirá en tiempos de zozobra si refuerza su conexión con los valores de la democracia liberal.
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