Biden, comandante en jefe
Joe Biden no fue elegido para ponerse al frente de una gigantesca crisis internacional generada por Rusia. Optó a la presidencia para dedicarse a la ... política doméstica, donde le esperaban asuntos tan urgentes como la pandemia o la recuperación económica y, sobre todo, el reto de atemperar una polarización de su país escindido tercamente en dos mitades. Solo el ascenso de China preocupaba y unía tanto a demócratas como republicanos. Pero la invasión de Ucrania ha obligado a Biden a ejercer de comandante en jefe. Por fortuna, ningún presidente norteamericano desde el general Eisenhower tiene tanta experiencia en seguridad y defensa como el actual ocupante de la Casa Blanca. Joe Biden, como senador y luego vicepresidente, ha dedicado muchos años de su vida a estas cuestiones y durante la Guerra Fría trabajó a fondo en las negociaciones sobre desarme nuclear con la Unión Soviética.
Bajo su presidencia, Estados Unidos está liderando la respuesta a la agresión de Putin y ha conseguido un grado de unidad impresionante en la coalición de países que ha formado. El patriotismo norteamericano ha prevalecido sobre las críticas iniciales a su gestión de la relación con Rusia. Antes de la invasión, la gran mayoría de los republicanos consideraban a Biden un presidente débil, le afeaban la retirada poco decorosa de Afganistán y apenas la mitad de la población apoyaban las sanciones a Vladímir Putin y la ayuda a Ucrania. Solo uno de cada tres norteamericanos era capaz de encontrar este país en el mapa. Ahora, las dos cámaras respaldan al presidente. La amenaza rusa de utilizar armas nucleares, o la posibilidad de un accidente nuclear, ha encendido todas las alarmas.
Al empezar la crisis, Donald Trump explicó cómo él sería mucho más inteligente que nadie gestionando el conflicto, pues engañaría a los rusos y chinos para que se enfrentaran entre ellos. Hasta sus partidarios han debido sentir vergüenza ajena de sus palabras. Cabe imaginarse cómo sería la gestión de la crisis de Ucrania con Trump en la Casa Blanca, un admirador confeso de Putin que entiende las relaciones internacionales como un conjunto de tratos arriesgados, basados en la intuición y la testosterona, como los que realizó durante su etapa de promotor inmobiliario.
Biden mantiene las dos líneas rojas trazadas, no enviar soldados a Ucrania y no crear una zona de exclusión aérea. El conjunto de sanciones económicas y energéticas, ayuda militar y apoyo de la inteligencia norteamericana está permitiendo a los ucranianos resistir más allá de lo esperado. Nadie sabe cuál será el desenlace mientras la Casa Blanca empieza a preparar escenarios de post-conflicto negociando en primer lugar con China.
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