Leo que Chile podría convertirse en el primer país en proteger los neuroderechos, que no son los derechos de los neuróticos sino los de nuestras ... neuronas. El senado chileno ha votado a favor de que se considere un delito acceder sin permiso a los pensamientos ajenos. Menos mal que la noticia la he leído en un portal de internet y no en la mente de otra persona... Chile está poniendo unas vías por donde todavía no puede circular ningún tren. Pero se acerca el día en el que las máquinas podrán descifrar nuestros pensamientos más retorcidos. Y ese día... pregúntale dónde ha pasado la noche a Leticia Sabater. «Todo lo que hoy podemos hacer con un ratón en el futuro se podrá hacer con una persona», ha declarado un científico, así como dando a entender que la actividad cerebral del ratón, a la que por lo visto ya han logrado acceder, es igual de compleja que la humana.
Habla por ti, dan ganas de contestarle. O por Leticia Sabater, a quien no hace falta aplicarle el lector artificial para saber que cuando dice una cenita tranquila a la luz de las velas en realidad está pensando en un fiestón digno de Pocholo. Ella, al contrario que en la famosa canción, no andaba de parranda, que estaba muerta (de aburrimiento) en ese sarao de Soria por el que ha dimitido el coordinador de Ciudadanos. Entiendo que sean políticos los primeros en ponerse en guardia contra esa perversa (y fascinante) tecnología capaz de desnudar la mente humana. Son los que más tienen que ocultar. Aplíquese por ejemplo esa videncia artificial a Monasterio cuando alerta contra el comunismo. A Iglesias cuando arenga contra el fascismo. A Ayuso cuando clama libertad. O a Lastra cuando grita «no pasarán», y descubriremos en todos ellos un pensamiento único: votos, al precio que sea.
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