Pasajeros

El candelabro ·

Una sofisticada nave espacial navega a cientos de miles de kilómetros por hora en la oscura e inconmensurable inmensidad del universo... Y en una de ... sus dependencias, con la mirada perdida a través de la ventana, una joven llora desconsolada porque su novio acaba de romperle el corazón. La escena pertenece a 'Passengers', de Morten Tyldum, y la que llora es Jennifer Lawrence. El otro día volví a ver la película y al llegar ese momento recuerdo que casi me entra la risa al constatar la sideral desproporción existente entre el íntimo drama de la protagonista y la descomunal epopeya de la astronave en la que viaja. Y justo en ese momento caí en la cuenta. ¡Pero si esa soy yo!

Publicidad

En realidad, somos todos nosotros, pasajeros a bordo de una esférica nave espacial que gira sin parar sobre sí misma dos veces más rápido que cualquier avión y que navega por el universo a la enloquecida velocidad de 107.000 kilómetros por hora... Y todavía nos queda tiempo para ahogarnos en un vaso de agua y enzarzarnos en nuestras mezquinas e infinitesimales miserias cotidianas hasta el punto de llegar a matar y morir por ellas. Hoy está de moda recomendar el estudio de la filosofía como método eficaz para aliviar la angustia existencial y relativizar lo que nos pasa. Pero pienso que si hay algo capaz de situar las cosas en su justa medida esa es la astronomía. Por ejemplo, resulta irónico que algunos se aferren con tanta fiereza a sus inamovibles raíces cuando realmente nunca estamos en el mismo sitio. Porque (no lo olvidemos) la Tierra avanza 30 kilómetros cada segundo. Prueben ahora a situar en la ventanita de esa nave espacial perdida en el cosmos todo lo que nos enfrenta: los indultos, las fronteras, las doctrinas... Y, muy probablemente, lo encontrarán ridículo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad